En penumbras y en silencio – como quien dispone todo para un ritual íntimo y visceral – La Sala Zavala Muñiz abría sus puertas a lo que más tarde o más temprano iban ser casi 2 horas de remolinos, luces, emociones y ovaciones en aquel cuadrilátero con el foco en un altar – sin temor a equivocarme- cargado de vida y de muerte, de grito, recuerdos y perfumes a tango enrojecido en las gargantas y las palmas de nuestras manos. Una foto de Pugliese como insignia vigía previo a la tormenta que finalmente lloró aquella tarde-noche en toda la ciudad…
Apenas pasadas las 20:30 hs entran en escena ellos…
José Arenas, con toda su pasión enajenada en los ojos-con esa «pinta de gurí dark», tira todo el cuerpo al son de los primeros acordes de «El Montón» y sucede la magia del tango en el cuore y huelgan los comentarios. Cada uno de los presentes sabe que de ahí, nadie sale en el mismo estado que entró …
Gonzalo Irigoyen – a quien se lo escuchaba desde temprano cantar por los pasillos del teatro- siempre excelente, afinado y buscando el contacto visual permanentemente con un público de ojos grandes y barbijo, recorrió, danzó y encendió cada uno de los 4 lados del escenario con el pecho hinchado, lleno de la locura joven que lo caracteriza.
Consagrado ya como una de las mejores voces del Tango Joven cantó y disfrutó cada uno de los temas elegidos para celebrar la Misa mas rea de ésta temporada.
A Álvaro Hagopian se lo ve y percibe fácilmente disfrutar de cada arreglo y de las performances que explotan a centímetros de su piano, dúctil, impecable y dueño de una media sonrisa que le aporta la cuota justa de seriedad cómplice al trío que desde hace unos años hacen de las suyas en pequeños y grandes escenarios de Montevideo.
Cada uno de los integrantes protagonistas de esta – Misa Rea– fueron abrazados por las tiernas y justas palabras del poeta Ignacio » Nacho» Suárez quien tuvo su momento y espacio como invitado de lujo a la celebración mas lunfa del condado en pandemia.
La emoción que destiló Giovanna fue superlativa como prácticamente TODAS sus presentaciones en público, entró en escena como una topadora de pelo rojo a dejar en claro que el Tango agujerea las tripas hasta las lágrimas. Uno de los puntos más emotivos y fuertes a nivel escénico
El mejor broche de oro para una noche que iba a explotar al salir del teatro no pudo haber sido otro que: «Che tango che» y «Viva el tango», infaltables. El violín jugado e impecable de Matías Craciun, acabó por cerrar el trígono inicial en un cuarteto fuerte, diferente, romántico y violento que sin dudas ya proyecta, sueña y arregla una próxima ceremonia lunfarda.
Amen …
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