LA VIOLACIÓN DE ARTEMISIA GENTILESCHI
escrita y dirigida por Jorge Denevi
Estreno en pocas semanas en el Teatro Circular
Funciones:
Sábados 21 horas y domingos 19:30 horas. hasta julio
Entradas a la venta en Tickantel
Es una de las grandes exponentes de la pintura de todos los tiempos, una de las más brillantes creadoras del Siglo XVII y, sin embargo, su pintura fue casi olvidada, relegada en los grandes museos del mundo. ¿Qué sucedió?
La producción es de Lourdes Moreno.
La obra de Artemisia Gentileschi (1593-1656) es clave, no solo por su innegable valor artístico, sino para entender la situación de las mujeres en la historia de las artes plásticas. Uno puede preguntarse por qué hasta el siglo XX hubo tan pocas mujeres dedicadas a la pintura. Si Artemisia es una excepción, también es una figura paradigmática para entender ese fenómeno.
Nacida en Roma en 1593, hija de un pintor, Orazio Gentileschi, seguidor del arte de Caravaggio, Artemisia perdió a su madre cuando tenía doce años y tuvo que dedicarse al cuidado de sus hermanos menores, y a dibujar, que era su gran pasión. En esa época no se permitía la entrada de las mujeres a las academias de pintura, pero Artemisia tuvo la suerte de poder aprender en el taller de su padre, quien vio y valoró el talento de la adolescente, la única mujer entre sus cuatro hijos y la más dotada como artista. Preocupado por la formación de Artemisia, Orazio le pidió a Agostino Tassi, pintor especializado en paisajes y perspectivas, que fuera el preceptor de su hija.
El tal Tassi se dedicó a acosar sexualmente a Artemisia y un día la violó. Ella tenía diecisiete años. Orazio, enterado de la situación, le exige a Tassi que se case con su hija, cosa que este promete, pero poco después se enteran de que ya estaba casado. El padre de Artemisia resuelve denunciarlo ante la Justicia.
Empieza así un período de humillaciones para la muchacha. Según las actas del proceso, el Tribunal sometió a varios careos tanto a Artemisia como a Tassi. El violador consiguió testigos falsos entre enemigos y discípulos del taller de Orazio, que acusaron a Artemisia de provocadora y promiscua. Como ella tuvo el valor de describir la violación ante el Tribunal y aseguró que era virgen hasta ese momento, fue sometida a brutales torturas para que admitiera lo que decían los falsos testigos.
A la tortura se sumaron humillantes revisiones ginecológicas, para probar si el desfloramiento era reciente o realmente la muchacha era promiscua como aseguraban los testigos. Como no pudieron probar lo que buscaban, finalmente el Tribunal condenó a Tassi con una pena leve de destierro que no cumplió en su totalidad. Después se supo que Tassi había intentado robar cuadros de Orazio e incluso asesinar a su propia esposa.
Durante los años que duró el juicio, Artemisia no dejó de pintar. Es de ese período su adhesión al caravaggismo, al uso de las formas violentas y al claroscuro. Pinta sobre todo heroínas mitológicas y bíblicas, mujeres fuertes que, como ella misma, enfrentaron la desgracia que les tocó vivir. Es notable su Judith y Holofernes, que describe la escena en que Judith mata a Holofernes para salvar a su pueblo del invasor asirio. El cuadro es de una violencia que sorprende y además de una perfección formal que supera a muchos de los pintores del barroco italiano. Artemisia proyecta en esas mujeres –la Susana bíblica acosada por los viejos, Lucrecia que se suicida después de ser violada, la Magdalena y la reina Cleopatra, entre otras–, la violencia sufrida por ella misma.
Para lavar el honor de su hija, Orazio Gentileschi la hace casar con un ayudante del taller, que es a la vez un comerciante florentino, Pierantonio Stiattesi, y la pareja se radica en Florencia. Con Stiatessi tiene una hija y desde su nueva posición social, empieza a ser valorada como pintora. Artemisia toca el laúd, como se representa en su autorretrato, y es acogida por los mejores artistas de la ciudad. Michelángelo Buonarroti, sobrino de Miguel Ángel, le encarga uno de los frescos de la casa que organizaba en memoria de su tío. Hasta los Medici le encargan pinturas y Artemisia será la primera mujer en ser aceptada en la prestigiosa Academia de Diseño. De ese período es su amistad con Galileo Galilei.
Separada de su marido y radicada en Nápoles, Artemisia se enamora de un joven de veinte años, Francesco Maria Maringhi, lo que se sabe desde hace pocos años al localizarse en Florencia en el archivo Frescobaldi, las cartas de la pintora dirigidas a su amante. Afianzada ya como artista, su padre le pide que viaje a Inglaterra a ayudarlo con los encargos de la Corte de Londres. Poco después, Orazio muere en Londres y Artemisia regresa a Italia y se instala en Nápoles.
Por ese entonces tiene una relación con Pietro Rinaldi, con quien tuvo a su segunda hija, Porcia. Esta relación también termina y Artemisia vive sola, encargándose de sus hijas y viviendo de su pintura.
Por lo que se sabe, murió en 1656, probablemente a causa de la epidemia de peste que asoló Nápoles en esos años. Con el paso del tiempo su obra fue prácticamente olvidada, y no pasó de ser una nota al pie de página en las historias del barroco. Incluso varios de sus cuadros fueron atribuidos a su padre o a otros pintores de la escuela caravaggista. Recién en los años 20 del siglo pasado fue redescubierta por el historiador de arte italiano Roberto Longhi, pero tuvo que esperar a la segunda mitad del siglo XX para tomar verdadera notoriedad en el contexto del movimiento feminista. Desde entonces su obra ha sido desde exhibida en los más importantes museos de Europa y Estados Unidos. Hoy en día es considerada una de los más notables artistas del barroco italiano.
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