Dentro de las propuestas artísticas para esta próxima temporada estival que ya se viene gestando cabe destacar la presencia de Max Gómez Canle (Buenos Aires, 1972).
De larga trayectoria tanto local como internacional, Gómez Canle se caracteriza por incluir en sus narrativas tanto interpretaciones de la historia del pasado así como nuevos abordajes a partir de la combinación de elementos.
Formado en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón de Buenos Aires, el artista ha hecho hincapié en la pintura de las diferentes corrientes que componen la Historia del Arte como el Renacimiento, la Escuela Flamenca, el Romanticismo, el Barroco, el Manierismo, sin dejar de lado el Arte metafísico entre tantas otras vertientes.
El largo recorrido del arte internacional ha sido motivo de seducción para este artista y a partir de distintas escenas de obras reconocidas ha optado por reinterpretarlas estableciendo un vínculo lúdico que mira tanto para atrás como para el futuro.
Gómez Canle considera que el arte visual debería de ser abordado como un amplio y continuo espectro, el que a partir básicamente del Renacimiento del siglo XV, momento en el cual surge la definición propiamente dicha del artista.
Es allí que los artistas comienzan a componer las obras, que hasta ese momento eran llevadas a cabo con relatos históricos y religiosos, con elementos subjetivos aportando otra lectura tanto a las pinturas como a las esculturas.
De forma magistral y casi milimétrica Gómez Canle recrea en sus composiciones ciertos espacios del pasado los que luego intercepta con imágenes actuales como muros, imágenes geométricas que irrumpen en la naturaleza, elementos de los video juegos o emojis entre otros para proyectar ámbitos nuevos.
De esa manera el artista se propone dislocar esos ámbitos que hemos sacralizado a lo largo del paso del tiempo colocando al espectador en una encrucijada.
Así Gómez Canle se vale de copias de obras del pasado para dejar planteadas ciertas interrogantes que dependerán en cada caso de la interpretación de quien las analice o simplemente se enfrente a las mismas incluyendo también el concepto y validez de las reproducciones.
Esa vastedad de opiniones que sus obras generan lo llevan en la mayoría de los casos a prescindir de un texto curatorial, amén de que que ha contado con buenos curadores como fue el caso de Fernando Fariña cuando se ocupó de “La tregua del agua”, una muestra muy sutil donde el artista representó charcos de agua con imágenes reflejadas.
Su interés revisionista estudiando técnicas antiguas, algunas de las cuales ya no son llevadas a cabo, lo ha llevado a manifestarse de modo ecléctico.
Dentro de ese afán se ha ocupado de recuperar el uso del dorado a la hoja que incorpora sobre diferentes elementos así como la pintura sobre piedras, una práctica en desuso y que nos lleva a recordar una etapa de nuestra artista Yvonne D’Acosta (Montevideo, 1949) cuando plasmaba imágenes sobre las mismas.
El recorrido analítico permanente dentro de la Historia del Arte a lo largo del tiempo convierte a Gómez Canle en un viajero constante lo que lo ha llevado a abordar sus obras en diferentes series.
Otro aspecto que lo une al pasado es el hecho de crear en algunos casos sus propias pinturas que fabrica con componentes como pigmentos, polvos de distintos lugares, etc.
En su vida ha incursionado en diversas actividades como cocinero, carpintero, escenógrafo, restaurador, letrista de carteles, todo lo que le ha aportado una amplia experiencia manual que se manifiesta y enriquece sus trabajos a la hora de plasmar sus propuestas.
En esta oportunidad la muestra titulada “Nave hornero” carece de curador y el artista invita a cada asistente a buscar un vínculo personal con la obra.
Charlando con Max me comentó que la misma ha sido llevada a “vuelo de pájaro” buscando una mirada aérea pautada por una pintura de un nido de hornero el cual irradia un haz de luz dorada que usa como elemento disparador.
Gómez Canle es un pintor nato pero partiendo de sus pinturas crea ambientes envolventes a modo de instalación que nos atrapan y nos conduce por esas cosmologías que el artista habita.
El espacio que acoge su muestra en esta oportunidad es la amplia y versátil sala de Walden Naturae en Pueblo Garzón dirigida por el uruguayo Ricardo Ocampo nacido en Paysandú.
Esta galería de generosos espacios fue pensada para el lugar como lo es el pueblo tan místico y enclavado en un valle.
A la hora de ser construida también consideraron la orientación para que recibiera toda la luz natural que va inundando la sala en forma variada a lo largo del día, aspecto nada menor pues potencia a la vez que enriquece las diferentes propuestas.
La sala se inunda con los rayos del sol pero también es controlada a partir de cortinas que bloquean el ingreso de la luz en determinadas y necesarias ocasiones.
Estas cualidades logran potenciar las muestras las cuales se vinculan de manera muy efectiva con las obras generando a las diferentes horas entornos diferentes incluyendo la noche en que la luz artificial hace también lo suyo.
Cabe destacar este detalle el cual es claramente tenido en cuenta por los responsables quienes escogen horas apropiadas para las inauguraciones como lo fue en este caso en que se abrió a las 17 hs cuando el sol ya tiene su tarea asignada y donde las sombras reflejadas tanto en el espacio así como en las obras generan un valor agregado.
Gómez Canle trabaja en formatos pequeños así como en otros monumentales como fue el renombrado caso de “Ventana”.
Se trató de una lona vinílica impresa que fue expuesta a modo de gigantografía que el artista ubicó en la fachada del Edificio del Plata sobre Avda 9 de julio de Buenos Aires en las inmediaciones del Obelisco.
La pieza de 34 metros de alto por 88 de de ancho logró notoriedad en toda la ciudad razón por lo cual los medios dieron difusión tanto local como internacional.
Max Gómez Canle ha sido reconocido y galardonado en varias oportunidades incluyendo el premio “Ignacio Pirovano” al artista joven del 2007 el cual es otorgado por a la AACA/AAICA, el Premio Andreani en 2013 y el Klemm en 2014 entre otros.
Asimismo cabe destacar su muestra antológica llamada “El salón de los Caprichos”, que llevó a cabo de marzo a agosto de 2019 en el Museo Moderno de Buenos Aires en la sala del subsuelo, la cual colmó con sus trabajos desde 1999 hasta esa fecha.
En Buenos Aires ha expuesto en la prestigiosa Galería Ruth Benzacar, en Casa Triángulo de São Paulo así como en otros espacios dispersos por el mundo.
Vale la pena acercarse a Pueblo Garzón para recorrer la sala y dejarse seducir por el encanto enigmático de sus obras así como también por el carácter envolvente de la muestra la que incluye un bebedero de aves en el parque.
Esta exhibición es un golpe de suerte para nuestro medio y laque nos permite acercarnos a la obra de este destacado artista.
Desde su apertura en Pueblo Garzón en diciembre de 2021, Walden Naturae se viene caracterizando por el nivel de sus exposiciones convirtiéndose en un centro de atracción de cita obligatoria para los amantes del arte contemporáneo.