Maslíah irrumpe en la escena nacional con un disco fantástico «Cansiones Barias» de 1980. Enseguida se vio para dónde iba su arte, una usina ruptural desde lo musical y desde lo letrístico. Era el tipo «raro», el que hacía «cosas raras» y que pocos entendían. Era otro lenguaje el que predominaba y está claro que una canción impresionante como «El Ómnibus» era de imposible digestión en un momento socio-político que urgía por algo más «directo». Leo era y es el raro. El freak. Sin embargo hay canciones de él que están entre las más emocionantes que se hayan escrito dentro de la cancionística local. Y no son para nada «raras». Esta es un ejemplo. La mejor versión (para mí) es esta y hay decenas (ninguna me gusta, incluyendo la de Milton).
Es una canción dedicada a los poetas montevideanos, pletórica de amor, de fraternidad y ternura. La música es «barroca», tonal y nada «rara» y contiene una melodía impresionante con una letra igual de impresionante y con el procedimiento ingenioso, utilizado en otras tantas canciones de Leo, de convertir la penúltima palabra del verso en otra u otras. Por ejemplo: «pesadillas adheridas/ heridas, heridas».
En la versión de Milton (copiada por decenas de intérpretes) se pierde – para mí- la esencia de esta canción que debe hacerse a esa velocidad y cantarla de esa forma: sobria, neutra, sin melodismo ni efectismo, ni vibratos. Es lo que creo. Leo dice eso de una manera tan intimista y tocante- más allá de su aparente frialdad- que emociona más que la versión del mayor cantante del mundo, como lo es Milton Nascimento. «Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa». La letra tiene momentos poéticos increíbles: «Van saliendo de recónditos altillos, altillos, altillos/de paredes de silencios de redonda con puntillo». O: «Salen de agujeros mal tapados, tapados, tapados/ y proyectos no alcanzados, cansados, cansados/que regresan en fantasmas de colores, colores, colores/a pintarte las ojeras y pedirte que no llores». Es una balada inmensa y que retrata con gran afecto el universo poético de aquellos años, de las aventuras editoriales y de los artistas con sus esperanzas y dolores a cuestas.