La Zitarrosa se viste de gala. Preparados todos los oídos y los corazones, que aún no imaginan lo que está por llegar. Como una equilibrista, con la sutilidad y la elegancia mezcladas con la garra y la confianza precisas, Silvia Pérez Cruz se desliza por la delicada línea que traza el quinteto de cuerdas que la acompaña. Dos violines, una viola, un contrabajo, un violonchelo y la voz de quien ha nacido para cantar. Empieza la magia.
Con el discurso comprometido y con la dulzura del amor en todos sus aspectos, Silvia hace un recorrido por canciones que viajan, desde Perú con “Mechita” a Venezuela y su “Tonada de luna llena”, pasando por Portugal en “Extraña forma de vida” y cómo no, por su Cataluña natal, entre otros puntos del mapa.
Un mapa que cada vez tiene más huellas de la catalana, que lo recorre cantando. “Es un honor poder trabajar de lo que te gusta y poder viajar y que te venga gente a ver”, dice con la voz llena de ilusión. Con su vestido rojo aterciopelado, la melena oscura y rizada y el hombro al descubierto, Silvia llena de luz las dos horas y cuarto que dura el espectáculo. Dos horas que pasan en un parpadeo para todos los que asistimos, que nos sorprendemos al mirar el reloj.
Habla también con sus canciones de la película con la cual ganó el Goya a mejor canción original y en la que fue actriz protagonista, “Cerca de casa”, que trata el tema de los desahucios, tan del día a día en España en estos tiempos de crisis.
“¡Qué viento hacía hoy en Montevideo! Casi salgo volando en la Rambla”, cuenta acercándose al público que vibra con ella. Y recuerda la anécdota que le pasó esa misma mañana, en la calle Curuguaty, donde se encontró con la preciosa iniciativa “Pintando las veredas de tu ciudad” que estaba llenando de colores la peatonal del candombe. “¿Quieres pintar?”, le dijeron y le faltó tiempo para unirse a la tarea. “Ni Brasil ni nada, felicidades por vuestros colores”, dice sorprendida.
Una puesta en escena impecable, elegante y sencilla, da rienda suelta a una Silvia Pérez Cruz que actúa de directora de orquesta con cuidados movimientos de manos. Canta bajito y la sala se eriza.
No es un día más, ni para nosotros ni para ella, que con este concierto por segundo día consecutivo en la sala Zitarrosa, despide la gira que la ha hecho pasar entre otros lugares por Buenos Aires, Mendoza y Santiago de Chile. Queda latente la emoción de compartir el último día al otro lado del océano en su gira con el quinteto de cuerda, del que dice que “cada vez cada uno es más él y cada vez somos más uno”.
“Nos haces tocar el cielo” dice una voz entre el público. Y Silvia Pérez Cruz sigue su vuelo pero su voz se queda. Y también su color, el amarillo, que decora las calles de Barrio Sur.
17 y 18 de junio 2017 – Sala Zitarrosa