Es viernes
Es diciembre
Es calor
El Bar Coruñés se yergue orgulloso en una esquina del centro de Montevideo; ostenta historia mesitas en la vereda y un pizarrón que avisa que Diego Presa cantará esta noche.
Llego raramente temprano, a finalizar la jornada y la semana, solo unas guitarras que esperan y el respiro de una hermosa noche abierta.
Observo…
La gente comienza a llegar, muy de a poco, con esas caras de querer que noches así tuvieran más horas que el resto…
Se acomodan, también de a poco, todo es calma.
La cita es 21.30, pero ya son casi las 23, nadie quiere apurar…
Muchas velas y ahora sí todas las mesitas llenas…
Entonces un tímido Diego agarra la guitarra y se apronta a contar, presenta Playa desierta, su último disco… su último manojo de canciones.
No dice nada de que este mismo año se lució con Buceo Invisible, o que reventó con versiones exquisitas de viejas canciones junto a Garo Arakelián y Gonzalo Deniz (El Astillero) una noche de primavera en la Trastienda.
Ahí está, con su guitarra y sus poemas…. y su sencilla forma de mostrarlas, de compartirlas.
Canta un par… y se cuelgan frasecitas de la noche…”lo que pudo haber sido todo”… “las palabras que aún no vibran”….”soledad a las tres de la mañana”… ese tipo de canciones que te llevan a imaginar.
Llega Guille Wood, vaya par, y se sueltan músicas ya conocidas, plano abierto de la noche; hay pequeños en el público, la gente canta bajito…y las velas.
Casi al final se hace volar Romaria, y suena Elis Regina en español, traducida por el “Ñato”, según Presa cuenta, y solo se puede disfrutar….
Y como comenzó, termina…. sin ceremonias
las guitarras, los poemas hechos canción,
la noche inmensamente preciosa,
la simpleza, las velas
música
Imagen portada: Diego Presa – 2 de Diciembre de 2016 – Bar Coruñés – Registro desde celular