Finalmente, la discopatía llegó a Montevideo. El pasado 19 de noviembre La Vela Puerca cerró su gira en Montevideo. En la espalda de la remera oficial se afirma que brindaron treinta y tres shows en seis países, España, Argentina, Chile, Paraguay, México y Uruguay.
Los alrededores del Velódromo estaban mansamente agitados. Algunos puestos de comida, vendedores de merchandising criollo y cuidacoches se mezclaban entre envases, latas y tetrabriks. La previa transcurre en paz, algunos apuran el paso hacia las puertas de entrada al oír que ya suena Mocchi, artista responsable de la apertura de una de las fiestas más esperadas por la nación puerca. Pero el apuro no es estrés, el público avanza en las colas con paciencia, el trato de la seguridad es amable y después de haber visto recitales durante cuatro décadas uno agradece eso. No será el único signo de que algunas cosas están cambiando, adentro del recinto la convivencia es armónica, los servicios son eficientes y el trato sigue siendo amable, entre el público y el de las personas que están trabajando.
La Vela será puntual me dijeron. Pero no. Tras la última canción de Mocchi esperamos cuarenta y cinco minutos para el comienzo. La gente se lo tomó con calma, visitó los puestos de productos oficiales que ofrecían recuerdos para todos los bolsillos, desde un pegotín de cincuenta pesos a varios modelos de remeras por ochocientos y canguros a mil seiscientos. También estaba el vaso oficial de la gira con la compra de una bebida. Todos los gustos, todos los precios, difícil irse sin algo.
Casi en penumbras comienza el recital. “Buenas mascotas”, “Jugando con fuego” son las primeras que se presentan del flamante Discopático. Sebastián Teysera saluda: Hola, casa, el otro Sebastián, el Cebolla se suma con un hola, gente. La banda agradece la presencia del público, valora el esfuerzo económico hecho por los miles que están en el Velódromo. Las banderas empiezan a flamear en las primeras filas, un pabellón patrio que ostenta en el lugar del sol el logo de la banda, algunas de Peñarol, otras hacen referencias a lugares, otras patrias se mezclan, se agitan, conviven, le dan color a la fiesta. Las palabras de los cantantes despiertan el primer cántico del público de la noche, el “Vamos la Vela de mi corazón”. Las luces se apagan, el cántico permanece, la comunión ha comenzado. La vuelta a la música se demora, desde el escenario piden perdón, parece que el retraso se debe a Pepe, que se le corrió el rouge, bromean.
Vuelve la música con toda la potencia de “La teoría” desde el disco “Piel y hueso”. La banda suena sólida, el escenario es enorme, con un par de pantallas a los lados que detallan la actuación y una al fondo donde se reproducen animaciones e imágenes que hacen, junto con el excelente juego de luces, una propuesta visual imponente.
Tras la energía desplegada en los primeros temas, esos que como ya habían anticipado los músicos estaba hechos para hacernos mover la patita, vino un breve segmento acústico, Sebastián Teysera tomó asiento y con su guitarra española afloró el cantautor con “Clarobscuro”, uno de los éxitos del disco A Contraluz que fue la canción elegida y levantó al público generando el primer gran coro de la noche.
La larga gira, la emoción de estar en casa y la extensión del recital pasan factura a la voz de Teysera, que con profesionalismo la administra y la cuida para afrontar lo que queda.
Vivir solo cuesta vida, extendiendo el aplauso
Toda fiesta que se precie de tal tiene invitados y esta no es la excepción. Tras un cierre de bloque con Manolo, su jefe de escenario, cantando “Colabore”, la canción que hace referencia a los dichos de un militar a un preso político en dictadura, las luces vuelven a bajar y Sebastián vuelve a su guitarra acústica y nos invita a bajar un poquitito, sentado con su guitarra, como un Fernando Cabrera, un Darnauchans, no sé, cualquiera de los grandes trovadores de nuestro país, entona la introspectiva “En tu suelo” del nuevo disco, donde se luce el arreglo de violoncelo de Patricio Villarejo.
Luego es el momento del recuerdo para los amigos que despidieron este año, comienza con Lucas de Azevedo, continúa con Poroto de los Chin Chin, el guitarrista Toto Méndez y cierra con un pedido a extender ese aplauso a Guille González, el manager de la banda en Argentina.
Ahora es el turno de otra canción incluida en El impulso, se trata de “Para no verme más”, la sutileza de los arreglos del teclado y la trompeta acompañan el canto de la gente. Si este fuera un recital de otro tiempo, brillaría la llama de los encendedores. Una voz femenina se adueña de los coros. Hace mucho que entre el público se mezclan padres e hijos, lo intergeneracional es lógico en una banda que ya suma veintisiete años en la ruta, pero en este show padre e hija se encontraron en el escenario, Clarita Lieutier, hija de Nicolás subió a cantar junto a la banda. Su cabello ondea al viento cuando su rostro se apropia de la pantalla, la emoción de los músicos se derrama sobre el público, todos podíamos sentir que estábamos frente a uno de esos momentos que marcan a las personas para siempre. El Enano pide un aplauso para los padres, “por haberle regalado al mundo esa hermosura”. “Que vimos nacer”, agrega el Cebolla.
La lista de amigos continuó con Diego Arquero, un vecino de la sala de ensayo que se hizo un lugar en este disco, poniendo letra y voz en “La pastilla”, Mauricio Ortíz, de No te va gustar aportó su saxo barítono, Martín Morón hizo lo propio con su trombón, después fue el turno de Federico Morosini, cantante y compositor de Julen y la gente sola, que participó junto a Teysera del proyecto colectivo Wild Gurí, Federico será el encargado de las partes vocales que en la canción “Tormenta” de Discopático interpreta Andrea Etcheverry, la colombiana de Aterciopelados.
Camino al final
El recital contó con treinta y tres canciones, un recorrido por casi toda la discografía de la banda, alguien puede sentir que faltó alguna canción, pero el recorrido fue amplio y equilibrado.
El bloque intimista se cerró con “Dice”, una canción cargada de energía, que invita a recorrer la recta final del recital, con las últimas canciones de Discopático, es el turno de “Si fuera por mí”, siguió la enérgica “Plan de fuga”, para volver a mover la patita y que Seba estrene alguno de los pasos que le robó al cantante de REM. Continuó con “Sin avisar” de Érase, para mantener en alza la energía, “Me pierdo”, “La Tormenta” y “No sé” nos traen de nuevo a Discopático.
El principio del fin viene de la mano de “Todo el karma” nuevamente con la presencia de Diego Arquero como invitado, el público salta, las banderas se agitan, el pogo se enciende y se intensifica con “Haciéndose pasar por luz” y con “Llenos de magia” el coro llega a las quince mil almas.
La ceremonia está completa, la celebración ha terminado, el público se retira lentamente, con la sensación de haber sido parte de otro encuentro histórico, de esos a los que La Vela ya nos tiene acostumbrados.
Noviembre 2022
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