Harold Bloom en su monumental obra sobre Shakespeare, “Shakespeare. La invención de lo humano” (Verticales de Bolsillo, Colombia, 2008), escribe sobre el título “Sueño de una noche de verano”: “[…] el título debe entenderse como cualquier noche de mediados de verano. Hay un gesto desenfadado, campechano, en el título: esto podría ser el sueño de cualquiera o de cualquier noche de mediados de verano, cuando el mundo es más grande”. Si el mundo es más grande una noche de mediados de verano no lo sé, pero sí puede ser más propicio para la creación artística que juega con el sueño y la realidad y en la que los personajes se confunden entre aquellos que son humanos y aquellos seres fantásticos que dominan los sueños y confunden la realidad. Un escenario mágico de bosques, hadas y bufones en el que Shakespeare nos propone la presentación de una obra teatral, un sainete, dentro de su “Sueño de una noche de verano”. La ficción juega con la ficción y ambas se confunden y ambas se complementan. El montaje del sainete “La muy lamentable comedia y muy cruel muerte de Píramo y Tisbe” que se representará ante Teseo, Duque de Atenas, y su prometida, Hipólita, reina de las Amazonas, la noche de su boda, no solo ofrece los pasajes más hilarantes de esta comedia shakespereana, desde la propia distribución de los personajes a cargo de la presentación que Pedro Quincio, el carpintero, determina según su criterio, sino que además trae a escena una de las variables amorosas de la tradición clásica, el relato trágico mitológico de Píramo y Tisbe que Ovidio relata en “Las metamorfosis”. La “pareja extraña” de esta comedia epitalámica.
La parodia de la leyenda clásica de Píramo y Tisbe, representada por hombres comunes y corrientes, desencadena un desenfrenado e irresistible humor. Toda la escena II del Primer Acto, en la que Pedro Quincio presenta al grupo de actores y el papel que cada uno tendrá en la obra, es una puesta en escena del más requintado humor popular. Dice Quincio: “Vos, Nick Bottom, habéis sido designado para Píramo”. “¿Qué es Píramo, un tirano o un amante?”, pregunta Bottom. Le responde el director Pedro Quincio: “Un amante que por amor se mata con el más grande heroísmo”. Entonces aflora el folclore natural de las clases populares en boca de Bottom: “Eso para ser bien representado necesita algunas lágrimas: si he de hacer el papel, ya veréis al auditorio llorar a moco tendido”. El ensayo del sainete lo vemos en la escena I del Tercer Acto. Los personajes ya están asignados a los actores-bufones y ellos asumen su papel con decisión y opinión. Habla Bottom, el tejedor, el artesano que personifica a Píramo:: “Hay cosas en esta comedia de Píramo y Tisbe que nunca podrán agradar”. Y luego: “Nada de eso. Yo he discurrido un medio de arreglarlo todo. Escribidme un prólogo que parezca decir que no podemos hacer daño con nuestras espadas, y que Píramo no está muerto realmente, y para mayor seguridad que diga que yo, Píramo, no soy Píramo, sino Bottom el tejedor. Con esto ya no tendrán miedo”. Bottom está muy consciente de la trascendencia de su rol y su relación con el público, pues adapta la leyenda clásica para satisfacer sus gustos escénico-dramáticos.
En cuanto los bufones preparan su obra, el “Sueño de una noche de verano” se abre a los ojos del lector-espectador, y las otras parejas de esta epitalámica comedia comienzan a vivir sus encuentros y desencuentros como en una comedia de equivocaciones, en la que hadas, personajes mitológicos y “personajes de carne y hueso” conviven en la más renacentista comedia que juega con lo erótico desde el humor. Primero Teseo e Hipólita, pareja proveniente de la mitología griega tan del gusto renacentista. El Duque de Atenas comienza con estas palabras el “Sueño de una noche de verano”: “No está lejos, hermosa Hipólita, la hora de nuestras nupcias, y dentro de cuatro felices días principiará la luna nueva; pero ¡ah!, ¡con cuánta lentitud se desvanece la anterior! Provoca mi impaciencia como una suegra o una tía que no acaba de morirse nunca y va consumiendo las rentas del heredero”. Y se presentan las parejas atenienses que confundidos primero, terminarán debidamente desposados por la mágica intervención del travieso Puck, duende al servicio de Oberón, el rey de las hadas en la mitología celta y las leyendas medievales: Demetrio y Hermia; Lisandro y Elena. El travieso Puck que con su magia y equívocos confunde y reencuentra a los amantes, se presenta recién al comenzar el Segundo Acto, en un diálogo con una de las hadas: “¿No extraviáis a los que viajan de noche y os reís del daño que sufren? Hacéis el trabajo de los que os llaman buen duende y lindo Puck, y le dais buena ventura. ¿No sois ese espíritu?”, le pregunta el hada. “Has hablado con acierto. Yo soy aquel alegre peregrino de la noche; yo hago chanzas que hacen sonreír a Oberón, como cuando atraigo algún caballo gordo y bien nutrido de grano imitando el relincho de una potranca, y algunas veces me escondo en el tazón de alguna comadre, pareciendo en todo como un cangrejo asado […]”, le responde Puck.
Pero los reyes, en la realidad como en la ficción, también tienen sus conflictos, aunque se trate de reyes no humanos, y Oberón no es la excepción. El rey de las hadas está indignado con su esposa Titania, la reina de las hadas. El rey, le comenta Puck al hada con quien se encuentra en el bosque cerca de Atenas, “viene a celebrar aquí sus fiestas. Cuida tú de que la reina no se presente a su vista, pues Oberón está loco de furor por ella; para que le sirva de paje, le ha robado un hermosísimo muchacho a un rey indio”. Oberón está celoso y Puck se encarga de confirmarlo: “Jamás había tenido ella un pupilo tan encantador, y Oberón, celoso, habría querido que el muchacho fuese un caballero de su séquito para recorrer los bosques enmarañados. Pero ella retiene por la fuerza al chico, lo corona de flores y se deleita con él”. El encuentro entre ellos es inevitable y afloran los dimes y diretes reales feéricos que son el anverso de los diálogos que sostienen el sainete de Píramo y Tisbe. “En mala hora os encuentro a la luz de la luna, orgullosa Titania”, dice Oberón. Pero Titania no se amilana, y responde altanera, aunque como reina que es, no ventila sus asuntos personales delante de la muchedumbre feérica: “¿Y bien, celoso Oberón? Hadas, alejaos de aquí. He renegado de su lecho y de su sociedad”. Tisbe se niega a devolver al chico y Oberón promete vengarse. Su venganza es el paroxismo de la consagración del humor, pues vierte sobre los párpados de la reina un líquido mágico que hace que al despertar se enamore de la “primera cosa” que vea, y lo primero que ve es a Bottom, el Píndaro del sainete, a quien han puesto una cabeza de burro. Se enamora locamente del burro.
La escena I del Cuarto Acto describe las atenciones que las hadas prestan a Bottom por mandato de Titania y el propio lenguaje amoroso de la reina por su enamorado asno: “Hechizo mío, ven, siéntate sobre este florido lecho, mientras yo acaricio tus adorables mejillas y pongo rosas perfumadas en tu suave cabeza y tus largas y hermosas orejas, gentil deleite mío”. Notable el sentido del humor shakespereano que crea una escena donde ya no importa tanto la naturaleza de los seres que la componen, “hombres de carne y hueso”, humildes bufones como Bottom y las feéricas hadas del mundo de la leyenda y la mitología, sino la simbiótica relación que se produce entre ellos y sus mundos de sueños y realidades representados por unos y otros. Importa la ficción que representa el sainete en el mundo del “Sueño de una noche de verano”, donde están las hadas con sus mágicos encantamientos y los reyes que bajan de sus tronos para adentrarse en el bosque de los hombres comunes, los ciudadanos de Atenas.
“Sueño de una noche de verano”, escrita a finales del siglo XVI (1595), es una obra representativa del Renacimiento por su ambientación natural que sin ser pastoril, la acción tanto del sainete como de la comedia se desarrolla en el bosque, en un escenario natural que se presta para la soñación y ensoñación; una obra así mismo cortesana en cuanto a la presentación de la realeza a quien está dedicado el sainete. Pero también es una obra cuya temática se remonta al pasado greco-latino, fuente de inspiración del arte y la literatura renacentistas. Por último, el sainete, como pieza breve, de un solo acto, de carácter popular y burlesco, es el marco teatral apropiado para que pueblo, realeza real y feérica encuentren y se reencuentren en esta comedia con su respectivas parejas, mediante la magia de Puck y la pluma humorística de Shakespeare: Teseo e Hipólita; Oberón y Titania; Demetrio y Hermia y Lisandro y Elisa. En cuanto estos amantes viven el mundo de “Sueño de una noche de verano”, Píramo y Tisbe, los trágicos amantes de la leyenda, son representados en una burlona presentación por los bufones de Atenas.
Imagen portada: Joseph Noel Paton: Estudio para “La disputa entre Oberón y Titania” (Study for The Quarrel of Oberon and Titania, ca. 1849) wikipedia.org