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Raúl Sampayo es uno de los pocos escultores en Uruguay que logra vivir de su trabajo, una realidad que refleja las dificultades que enfrentan los artistas en el país, especialmente en el ámbito de la escultura.
La escultura tiene poca visibilidad en los espacios artísticos y aún menos en el ámbito público.
Montevideo es un caso particular: está repleta de esculturas de temática religiosa o histórica, muchas de las cuales pasan desapercibidas, ya que la mayoría de las personas desconocen su significado o razón de existencia.
Además, la proliferación de esculturas de carácter político es lamentable, no solo porque no representan de manera democrática a la sociedad, sino también porque muchas son de escasa calidad artística. Ejemplo de ello es la escultura de Wilson Ferreira Aldunate en la rotonda del Aeropuerto de El Jagüel en Punta del Este, o el retrato del mismo político ubicado frente al aeropuerto viejo de Montevideo, que fue adosado de manera desafortunada a una buena talla de Giorgio Carlevaro, distorsionando su obra original.
Lo mismo ocurre con piezas de escultores de gran importancia como José Zorrilla o José Belloni, cuyas obras no reciben el cuidado ni el mantenimiento adecuado para su conservación.
Ejemplo de ello es “La Carreta” de Belloni, que sufre un grave deterioro.
También el Parque del Edificio Libertad se encuentra en una situación similar, con esculturas que sucumben al paso del tiempo, el abandono y el vandalismo.
A pesar de este contexto adverso, hay escultores que trabajan con dedicación y logran destacarse, como Giorgio Carlevaro, Diego Santurio y el propio Raúl Sampayo.
Este último, gracias a su perseverancia y algo de fortuna, logró emplazar “La Cola de la Ballena Franca” en la entrada de Punta del Este. Sin embargo, de manera incomprensible, la escultura fue trasladada de su ubicación original en el histórico mirador La Gorgorita (Parada 36 de la Rambla Lorenzo Batlle Pacheco, cerca del límite entre Punta del Este y La Barra), lugar para el cual había sido concebida y donde rápidamente se integró al paisaje.
Cabe recordar que esta obra fue creada con hierro proveniente del Hotel San Rafael, demolido por el Grupo Cipriani.
Raúl Sampayo: trayectoria y obra
Nacido en Cerro Largo en 1963, Sampayo inició su formación con Guillermo Riva-Zucchelli (1925-2005), uno de los grandes talentos olvidados de la escultura nacional, cuyas obras carecen de espacios de exhibición en museos o lugares accesibles al público. Riva-Zucchelli lo llevó a Italia, específicamente a Carrara, donde le abrió las puertas de varios talleres en los que completó su formación durante varios años, abandonando en el proceso sus estudios de arquitectura.
Sampayo trabaja con diversos materiales como piedra, metal y madera, logrando en cada caso un dominio técnico y expresivo notable. Sobre su labor, afirma:
“El mármol es de los materiales más completos en la escultura, pero a veces nos pone límites. Por eso buscamos trabajar otros materiales como el hierro, la madera, etc. La escultura es el arte de moldear el barro, tallar la piedra, la madera u otros materiales. La expresión se traduce en volúmenes, en la creación de espacios. En la escultura se incluyen todas las técnicas de talla y cincel, junto con las de fundición y moldeado, y a veces, el arte de la alfarería”.
Radicado en La Juanita, en su casa-taller sobre la Ruta 10, desarrolla su carrera con una clientela mayormente extranjera que le encarga obras para sus hogares o colecciones. Ha sido premiado en diversos concursos y sus creaciones forman parte de colecciones destacadas, como la del empresario Enrique Manhard.
En el fondo de su jardín, Sampayo ha instalado un pequeño taller con recursos modestos, pero con lo necesario para trabajar en condiciones óptimas durante todo el año.
De trato cálido y cercano, Sampayo recibe a sus visitantes acompañado por sus dos perros, con entusiasmo y afán, reflejando en cada encuentro su pasión por la escultura.
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