Martes 24 de octubre de 2023
Argentina entre la continuación del kirchnerismo, ahora con Massa, y Milei. Es como estar entre la espada y la pared. O prepararse para vivir, sin retorno, en el infierno que será Argentina bajo el gobierno de uno de los dos. Sorprendentemente, Sergio Massa, que había ocupado el tercer lugar en las PASO (elecciones primarias abiertas simultáneas y obligatorias), del 13 de agosto pasado, hoy arrasa y barre con Bullrich, que había ocupado el segundo lugar, y con Milei, ahora a varios puntos detrás del representante del kirchnerismo. ¿Quién entiende la política argentina? Por lo mismo nadie puede aventurar nada, puesto que el votante argentino es tan volátil como el viento y en pocos meses o días, su decisión electoral puede cambiar de manera radical. Es lo que acaba de ocurrir en estas elecciones.
Fuera Patricia Bullrich, la candidata de centroderecha de Juntos por el Cambio, a quien daban como uno de los candidatos fijos para las elecciones del 19 de noviembre, el electorado deberá escoger entre Sergio Massa y su Unión por la Patria, corriente peronista, o a Javier Milei de La Libertad Avanza. De momento, Unión por la Patria resultó ser más “esperanzador” para los argentinos, puesto que más de 9,6 millones votaron por el candidato de la Casa Rosada, donde se desempeña como ministro de Economía. Y esto, a pesar de la inflación de 138,3% anual y niveles de pobreza de 40,1%. Súmese a ello la corrupción crónica que por décadas ha campeado en la Casa Rosada bajo el kirchnerismo, y el triunfo de Massa resulta aún más sorprendente.
Pero la política es sin llorar, dicen. Y dicen también que es borrón y cuenta nueva. Los comicios del domingo ya son historia y ahora importa el futuro que está ahí, a la vuelta de noviembre. Massa y Milei se verán por última vez las caras el 12 de noviembre, en un debate que, por ley, debe llevarse a cabo una semana antes de las elecciones. Y cada uno busca aferrarse a lo que tiene y puede. Los siete puntos de ventaja que obtuvo el ministro de Economía de Fernández sobre Milei, tienen la misma importancia que la holgada diferencia que Milei obtuvo sobre él en las PASOS; es decir, la importancia del placer momentáneo de saborear una hipotética victoria final. Y nada más.
La volatilidad del votante argentino no se presta para ilusiones más profundas, y la necesidad de los acuerdos surge como una realidad insoslayable. ¿Quiénes podrán ser los aliados de Massa en este último tramo? Tal vez el actual gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti que fue candidato por Hacemos Por Nuestro País, que obtuvo un escuálido 6,78%. Es cierto que se trata de un peronista disidente, pero a esta altura del campeonato, esto a Massa le importaría bien poco. También podrían ser Myriam Bregman, del Frente de Izquierda y de Trabajadores, y sus insignificantes 2,7% de los electores que la agasajaron con su voto. No es mucho, pero, como decimos en Chile cuando las cosas no son más, “peor es mascar lauchas”.
Más claro y favorable es, al parecer, el panorama para Milei por dos razones. La primera es que Patricia Bullrich fue categórica en sus declaraciones, conocida su derrota: “Nunca seremos cómplices de las mafias que destruyeron este país. Nuestros valores no se venden ni se compran. Desde el lugar que me toque, no me rendiré nunca en mi lucha contra el populismo”. Un aviso claro de que seguirá combatiendo el kirchnerismo y todo lo que a él huela, desde cualquier vereda. La segunda, Milei la invitó a formar parte de su gabinete. A ella y a su vicepresidenta. El problema para Massa es que es muy probable que esta alianza se realice, pues ambos ven en el peronismo al enemigo común que es necesario combatir.
Ahora, es cierto que siempre están los votos de los indecisos y de aquellos que no fueron a las urnas pero que, a lo mejor lo harán ahora. De hecho, la elección del domingo pasado fue la segunda más baja desde el retorno a la democracia: 77,65%.
¡Quién sabe si en estos votos se encuentran las llaves de la Casa Rosada! Lo único cierto es que Argentina se encuentra acorralada entre dos corrientes que están lejos de suscitar el aprecio mayoritario del elector y que, por lo mismo, gobierne el que gobierne, lo hará con la espada de Damocles sobre su cabeza.