
La banda liderada por Chrissie Hynde se presentó en el Antel Arena con un show contundente, limpio y sin artificios.
Vimos durante una hora cuarenta una banda de rock vieja escuela. Banda que dejó su impronta guitarrera y rutera sobre el escenario y donde, sin lugar a dudas, el sonido impecable fue algo para destacar. Una noche en que la guitarra de James Walbourne (un peligro con la SG en las manos) marcó de manera contundente el apoyo que la cantante y alma viva de la banda necesita, y es ahí donde dejaron claro que no están para la chiquita. El bajo a cargo de Dave y la batería de Rob (no pude retener los apellidos, disculpas) hicieron que la segunda ala del cuarteto mantuviese bien en alto el nivel de la propuesta.
Actitud, contundencia y ritmo. Son una banda que sale a tocar, a sonar bien y a defender las canciones que desde el inicio los hicieron destacar hasta demostrar la vigencia que tienen hoy. Hynde con la visual de siempre, tocando la guitarra, la armónica y cantando de manera impecable, hizo que las letras de sus canciones transcurrieran incontenibles en el característico ulular de su voz. Temas nuevos, si tenemos en cuenta que el último disco es del 2023, los clásicos y un cover de Dylan formaron parte de la lista. Le experiencia, el tiempo de ruta y música dejó de manifiesto que, muchísimas veces, menos es más. Rock.
Kid, Private Life, Junkie Walk, Precius, Don´t get me wrong, I´ll stand by you, Biker, Hate for sale, Forever young, Boots chinese plastic, Middle of the road, fueron algunas de las más de veinte canciones que sonaron en el Antel Arena. La sorpresa de la noche, aunque sospecho que solo para el público, fue la invitación por parte de Chrissie a una chica del público que sostenía una pancarta, para que subiera al escenario a cantar “I´ll Stand by You”. La invitada cantó muy bien las partes del reconocido tema en que Hynde le cedió el micro, llegando a las notas difíciles pese a la emoción del momento. Aplausos, seguramente fue un sueño cumplido.
No necesitaron de escenografía ni luces impactantes, ni pantalla gigante, es claro que esas cosas ayudan y siempre dan mayor brillo a cualquier espectáculo. Estamos acostumbrados a eso, a que lo visual sea casi siempre un punto neurálgico en lo cotidiano (en general). Con The Pretenders no. Fueron por el camino austero, la iluminación justa y necesaria con muy pocos cambios, solo modificaron un poco la gama de colores y la velocidad llegando al final del show. Solo la música como actitud y bandera.
Gracias Pretenders por la música.
Salú.
fino.