Es curioso cómo una película de origen, digamos, exótico, atrapa por un relato donde en realidad poco importan las diferencias culturales y donde en realidad lo que cautiva, es la emoción de los personajes envueltos en problemas tan universales como la separación de los padres para una joven. La película retrata con un lenguaje casi documental y muy espontáneo (no hay un sólo plano fijo) un momento bisagra en esta familia.
El plano inicial ubica abruptamente al espectador en el juzgado donde Nader (Peyman Moadi) y Simin (Leila Hatami), una pareja a punto de divorciarse, intenta dar motivos razonables para hacerlo y hacer así efectivo el trámite. Pero la justificación no parece convencer al juez, quien no les concibe la petición. Es que el motivo de Nader y Simin parte de un desacuerdo en el futuro de su hija de once años Termeh (Sarina Farhadi, hija del director). Simin no quiere que su hija siga viviendo en su país por miedo a la inseguridad, pero Nader tiene a su padre con un caso avanzado de Alzheimer, que lo imposibilita de valerse por sí mismo y se ve obligado a mantenerlo. Termeh es la inevitable testigo pasiva de todo el ruedo, sufriendo constantemente las decisiones no siempre acertadas que sus padres (especialmente su padre) se verán forzados a tomar. A su vez la actual criada de la casa, quien estaba dando una mano con el abuelo de Termeh, denuncia a Nader de haber terminado con la vida del bebé tras un accidente. Y ahora es la familia de la criada también la que se irá progresivamente desintegrando, poniendo en cuestionamiento la moralidad de Neder, hombre de familia, e incluso de la religiosa criada Razieh (Sareh Bayat).
El estudio de personajes que propone Farhadi es complejo, cada uno termina generando empatía aunque no terminen siendo dignos ni fieles con ellos mismos. Y ese es el punto, cómo actúan dos familias que terminan sometidas a una situación límite improvisando soluciones. El guión escrito por el propio director Farhadi está construído magistralmente desde el elemental (pero necesario) recurso de acción-reacción con un crescendo dramático sin interrupciones, y con memorables actuaciones. Un logrado y preciso relato, que aunque de poco más de dos horas, no le sobra nada.
La Separación
Irán, 2011
Director: Asghar Farhadi
123 min.
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