Celebración y despedida a los árboles de Coal Creek de Santiago Pereira.
Presentan:
Mathías Iguiniz
Leen textos de Santiago:
Claudio Burguez
Hoski (Horacio y Gabriela)
Myléne Lacrampe
Guille Sartor
Arturo Belano
Pabloski Zzi y Launcherlapto
Federico Machado
Regina Ramos
Cierre musical:
Los Mostachos (acústico)
Maestro de ceremonia:
Nelson Traba
“Adiós a los árboles de Coal Creek, es uno libro intenso, de esos que terminan con varios versos subrayados e imágenes que sobreviven más allá de la lectura. Hay un poema, casi al final del libro, que podría definirse como “enumeración del hartazgo”. Al final, a modo de conclusión, escribe el poeta: “Nadie pone a girar un mundo tan mediocre porque sí”.
Por suerte para los lectores, la poesía de Santiago Pereira es sabia y savia”.
«Las narraciones sean de la naturaleza que sean, van tejiendo esa membrana que metamorfosea al individuo en una alimaña mayor, llamémosla comunidad» decía Lucrecia Martel y Santiago Pereira cocina muy bien, con texturas narrativas a Byron, Doc Savage, Gruntruck, al fotógrafo Charles Peterson, los chicos de Columbine, la calle Galicia y al gran Mark Lanegan, en una lasagna psíquica que sirve congelada.
Pero también este libro es un intento de mostrar a la vez, todas las caras de un poliedro íntimo…”
“El libro, a modo de epígrafes en cada poema, nos pone como hilo narrativo, los pasos de Demri, una minita on the road, que tras haber oído el disco de su novio, se larga a caminar entre los versos que el autor dibuja con admirable belleza, prolijidad, justeza”.
«Con Adiós a los árboles de Coal Creek, Santiago Pereira evidencia la construcción de una poética. Su apuesta consiste en alterar ciertas convenciones del género lírico mediante la intromisión de genes exógenos. Arte verbal de lo transgénico, en esa explosión de intertextualidades y de soportes múltiples, se desdibujan las tradicionales demarcaciones entre alta y baja cultura. El libro habita un mundo signado por la dispersión de los sentidos y la circulación descontrolada de la información, de este contexto no solo saca material para crear, sino que incorpora un ritmo y una forma. Verdadera máquina de asimilación y de conexiones asociativas, su poética engulle (y altera) los altos motivos de la literatura universal, las distintas expresiones de la cultura pop y la basura del consumo, en una aleación que, además de darle un sello de singularidad a su proyecto, apunta la lectura de una época. Con la densidad filosófica que le aporta la marca Caeiro, su fraseo se balancea entre el hormigueo constante de la ciudad enloquecida y la vida ausente.»
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