Mientras la voz sensual del Teatro Solís nos invitaba a apagar los teléfonos celulares, a mi lado mi amigo Julio decía: “Bueno, se empieza a escribir la historia. Ommm”. Y todo el teatro aplaudió la entrada de los genios al escenario.
Como si quisieran alargar ese Ommm de mi amigo, el Alphonso Johnson Quartet inició su toque con una combinación mística de sonidos, creando un clima de expectativa, que sería venerablemente honrado durante todo el toque. Esa introducción precedió a una fantástica versión del tema “Resolution” de John Coltrane.
La emoción con la que escuché ese primer tema fue tal que tuve que hacer algunas respiraciones profundas y decirme que me convenía calmarme. Pero mi emoción tenía grandes razones para existir y ser muy grande esa noche. Entre otras cosas, en el año 1988 la vida hizo que yo descubriese la música de Weather Report, de la mano de un gran profesor que me prestaba cada clase cassettes grabados con la música de estos genios y yo los devoraba, y por supuesto copiaba. Ni por un instante imaginé en ese tiempo, cuando me admiraba sobremanera cómo podían tocar esas maravillas y cuando daba mis primeros pasos en poder identificar el sonido del bajo (ja) entre todos los sonidos del jazz, que casi 30 años después podría ver a un cuarteto formado por dos de esos músicos en el Solís, tocando en directo algunos de esos mismos temas. Espero que me disculpen este momento nostálgico pero este trasfondo personal influyó en que este concierto del Alphonso Johnson Quartet fuera para mí muy, muy especial.
El cuarteto ya sonó a pleno en ese primer tema. Federico Ramos en la guitarra y Gary Fukushima en teclados transmitían una seguridad inmensa con las melodías. Alphonso Johnson y Chester Thompson bien podrían ser una sola persona, y una persona muy firmemente plantada en la vida: fue impactante escucharlos y verlos… es una dupla genial.
Siguió la versión de Equinox con más swing que se haya oído hasta ahora. Todos contribuyeron desde su instrumento y su presencia con esa belleza, de una forma muy espectacular. Federico con su guitarra nos instaló en el corazón una combinación muy mágica de belleza y nostalgia en iguales medidas. El yin y el yang podrían representar gráficamente lo que sentí yo con esos sonidos de Federico. Gary a su vez eligió unos sonidos (durante toda la noche, ¿eh?) que fueron bien originales y que te trasladaban a un sitio nuevo. Chester y Alphonso demostraron toda la noche lo que habían explicado en una clínica en conjunto el día anterior: todos los instrumentos tocan melodía, todos los instrumentos son responsables de mantener el ritmo y el trabajo principal de todos los músicos es escuchar el todo. ¡Pero cómo tocan, por favor!
Alphonso es el swing personificado. Equinox en particular le pide que toque muchas veces la misma combinación de notas. Es admirable cómo las toca cada vez con exactamente la misma intención y la misma energía gozada. ¡Y ese swing! No, no, no… ¡increíble!
Siempre me nace agradecerles a los músicos que dejan las notas sonando un instante más, porque me dan la oportunidad de disfrutarlas un poquitito más. Con los bajistas esto es variable pero Alphonso les permite siempre a las notas esa duración máxima que tanto agradezco. ¡Qué lindo! Permanecen flotando y hay una unidad muy especial de las notas entre sí.
El tema siguiente fue ese tema tan divino, compuesto por Alphonso Johnson, que se llama “Bahama Mama”, en el que Alphonso se mandó uno de los muchos solos hermosos de la noche. Tremenda emoción. Fue a partir de este tema que yo hubiera dado la vida por poder bailar durante todo el resto del concierto. La alegría y el swing tan brutal que generaron esta noche iba literalmente aumentando las vibraciones de las células del cuerpo de los que estábamos escuchando y era muy difícil quedarse quietos en las butacas. La melodía tocada en el bajo es algo de locos. Es indescriptible con palabras la emoción, pero vayan a Youtube y busquen el tema. ¡No lo posterguen ni un segundo más! Denme el gusto de ponerlo de banda de sonido al leer el resto de esta reseña. El bajo aquí es pura melodía hermosa y súper rítmica. Y verlo a él tocar es un goce adicional. Todo su cuerpo resuena con lo que está tocando. De a ratos sutilmente y de a ratos bastante más evidente, cada célula suya baila lo que toca. Es bellísimo de presenciar y nutre lo mejor de todos nosotros. Contagia vitalidad.
Además, él es la simpatía personificada. Por ejemplo, un gesto bonito fue que cuando nos habló, trató de mechar las palabras que sabía en español. Además, presentó a sus músicos con enorme respeto y cariño y con una actitud humilde, calma, bella.
En el tema siguiente Gary Fukushima nos regaló un solo divino, con esos sonidos extraterrestres suyos, que me encantaron. Él y Alphonso en un momento de este tema entretejieron sus sonidos de tal manera que daba la impresión de que hacía años que tocaban juntos, y todos sabíamos que no, que este grupo se formó muy recientemente. Me dejó asombradísima eso. Después se agregó Freddy, con su guitarra, y me sorprendió lo mismo: ¿cómo puede ser que suenen así haciendo tan poco tiempo que tocan juntos? Supongo que la respuesta es que son músicos profesionales y el lenguaje de la música no tiene mayores misterios para ellos.
Mientras sonaba la introducción del bajo del tema siguiente yo le agradecía a la vida por la oportunidad mágica de estar recibiendo en el cuerpo las vibraciones de esas notas directamente, sin ningún aparato mediador. Son notas que sanan el espíritu. ¡Gracias!
La versión del tema Giant Steps fue algo de locos, demoledor. Parecía que nos habían transportado a otro plano, al plano ese donde se cumplen los sueños más preciados. Gary la descosió de nuevo con su teclado mágico. El bajo de Alphonso seguía esculpiendo sonidos que generaban una alegría mayúscula de estar vivos (tocó un solo muy bonito, pero durante toda la canción tocó sonidos increíblemente hermosos). La guitarra le dio un toque maravilloso al final de esta canción, con una presencia y una decisión que pah, impactaba y me dejó completamente admirada y con ganas de buscar más música de Freddy.
Cuando iban hora y media de concierto, anunciaron el tema Naima, y acá es donde pongo el freno general y no tengo más remedio que mencionar muy especialmente a Chester. Esto que voy a decir lo hizo durante todo el toque pero en este tema en particular fue algo increíble. Haciendo una simplificación bastante brutal de mi parte, los bateristas hacen principalmente dos cosas: una, llevan el tiempo con lo que se puede llamar “el groove”, y dos, apoyan determinados momentos del fluir musical. Como cada uno de los otros instrumentos tiene a su vez su dinámica individual, por lo general el baterista apoya momentos de “la voz cantante”, la que “resalta más”, ya sea esa una voz humana o una melodía tocada en cualquiera de los instrumentos. Bueno, lo que me admiró por completo durante todo el toque, y muy especialmente en este tema, fue la maestría de Chester Thompson para ir apoyando a todos y cada uno de los instrumentos en ese entretejido mágico de melodías que se daba, manteniendo todo el tiempo el groove ese que le da cohesión a la canción. Él dijo que el secreto está en escuchar como si se estuviera sentado en el lugar de la audiencia. Desde mi butaca en la novena fila mi cuerpo no podía creer cómo él era capaz de anticiparse al protagonismo momentáneo de cada sonido proveniente de cada uno de los otros tres instrumentos y apoyarlos a todos en el momento exacto como para que la totalidad de la creación tuviera una presencia impactante, con la mayor musicalidad del planeta, manteniendo el groove base, de cohesión, y con un gusto musical absolutamente exquisito. Ah, y todo fluyendo con una naturalidad que parecía que estaba tarareando una tonada bajo la ducha. No sé si en algún momento caeremos en la cuenta de lo que presenciamos ese día. A mí la ficha todavía no terminada de caerme, la verdad. En uno de los momentos en que sentí que la excitación era demasiado desbordante llevé los ojos al cielo, buscando a alguien para agradecer, y me encontré con que en la esquina frontal derecha del techo del teatro un foco estaba haciendo algo muy hermoso: se proyectaba uno de los parches de la batería de Chester… ¡se lo veía vibrar en el techo! y la sombra de su mano izquierda. Como si el teatro estuviera buscando maneras de quedarse con ese recuerdo incrustado. No lo culpo. Yo también estoy haciendo lo posible por mantener este recuerdo para siempre.
Poder escuchar y ver a Chester Thompson en acción fue uno de los mejores regalos que he recibido en mi vida. Me atrapó el sonido de sus platos, cuán sueltos usa los platos del HH y cómo esa comodidad hace que esos platos fluyan con la música con maestría. Su independencia es algo absolutamente increíble de presenciar y cómo ella le permite que verdaderamente pueda estar adentro de la música por completo y pueda tocar con libertad lo que sea que sienta que precisa ser tocado. Me llamó la atención cómo puede tocar con tanta decisión y a la vez con tanta calidez en los sonidos que produce. Esto es un poco loco, lo sé, pero pienso que su música proyecta la presencia que tiene su persona. Escuchar las notas que surgían de la batería fue transformador, así como observar la manera en que su escucha especial sucedía. No sé cuántos músicos se habrán llevado esta bendición consigo. Espero que hayan sido varios.
Lo que sucedió después fue un viaje intergaláctico. El techo del que hablaba recién se abrió como una compuerta y el escenario y todas las butacas levantamos vuelo. El destino era: visitar galaxias lejanas. Déjenme respirar hondo antes de decirlo, porque me tiembla el pulso: tocaron BLACK MARKET. ¡Black Market tocado por este cuarteto increíble! ¡Black Market tocado por dos de los músicos de Weather Report! ¡Black Market tocado a pasitos nuestros, dirigido a nosotros! ¡Black Market vibrando en nuestras células y nuestra alma! No quiero invocar a deidades para no ofender a nadie pero ahhh, eso no fue solo obra de humanos. Quienes estuvieron podrán decir si estoy exagerando o no. Yo sigo en éxtasis hasta el día de hoy. ¡Y fantástico cómo Gary y Freddy se amalgamaron con Alphonso y Chester de esa manera! Esos dos monstruos han tocado juntos desde el año 1969 y son una aplanadora impresionante en el escenario, pero Gary y Freddy se unieron a esa aplanadora de la mejor manera, brillaron increíble los dos durante todo el toque, se mandaron unos solos increíbles y entre los cuatro generaron un concierto que no nos vamos a olvidar nunca más.
Quiero cerrar esta nota con un gracias gigante a todas las personas que tuvieron que ver con que esta noche existiera en el Teatro Solís. Cada una sabe quién es y cada una sabe qué parte le agradezco. Desde la generosidad de mi profe en el año 1988 hasta todos los que hicieron posible que el 28 de julio de 2016 viviéramos semejante experiencia. Y por supuesto a los músicos, esos seres de luz que hacen que nuestra vida sea tanto más disfrutable.
Foto de portada y fotos de galería: Ricardo Gómez
Posdata: Aquí se puede leer la entrevista a Chester Thompson, realizada pocos días antes del concierto.
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