Dicen que ir a escuchar música en vivo tiene el don de hacernos renacer y algo de eso debe haber, porque cuando escucho bandas como Sr Motta, renace algo de la poesía que anida en mi cuerpo.
Hace ya unos cuantos años la banda viene creando sencillos de la mano de productores diversos. Este miércoles 17 de setiembre quedó disponible en plataformas El camino, día además en el que se presentaron en La cretina, espacio acogedor que genera por tal motivo una atmósfera muy íntima.
Este proyecto está en continuo movimiento, y libertad, la creatividad hace que se transformen de un toque a otro y se adapten en cada momento, también que estén un tiempo sin tocar y retomen con una variación en la propuesta. En esta ocasión por ejemplo, comenzaron con una percusión casi ancestral y un recitado un tanto mántrico que desembocó en La bandera.
Sr motta se da a conocer como colectivo de poesía y música, una especie de laboratorio de amigos que realizan composiciones compartidas, donde la guitarra genera un entramado rítmico y armónico, que acompaña la interpretación de la poesía. También lo hace el bajo, el saxo y la percusión, adentrando a quienes estamos en el público en lo más profundo de los sentidos de cada palabra, como quien dirige la mirada para desarrollar una apreciación más pulida y reflexiva de lo que nos rodea habitualmente.
A través del lenguaje narrativo construyen puentes imaginarios que nos llevan a historias con vida, reflejadas en los versos recitados y en sus letras, en el sonido azul, en los caminos de los labios, las montañas de la risa, la flor sagrada que nos mantiene despiertos, y algún que otro bolero.
Las melodías son muy amenas, las composiciones se notan enriquecidas por la participación de un colectivo que siente que el error hay que celebrarlo, puesto que nos llevan a otros lugares, que transmiten mediante cada instrumento (la voz incluida) su alma y la reflejan en versos. Una banda que tiene muchas referencias musicales del canto popular uruguayo, que interpretan canciones con recitados de Zitarrosa, que respira y transmite el amor, desde un lugar cómodamente habitado por quienes la integran.