El 19 de noviembre María Becerra se presentó en el Velódromo con su tour La nena de Argentina. Después de dos años Becerra volvió a Uruguay, lugar donde pisó un escenario por primera vez en un American Rockstar en 2021, en que dejó su labor como artista digital para convertirse en la artista que es hoy.
El show se caracterizó por tener un efecto de cercanía. A diferencia de otros artistas, Becerra no destaca por su presencia escénica, sino por la conexión que genera con sus fans. Esto fue notorio desde el principio, dado que poco después de comenzado leyó carteles, interactuó con los fans y hasta invitó a alguien del público al escenario para cantar una canción. Esto evidencia su poco tiempo en los escenarios, una cierta inocencia de quien aún mantiene la emoción intacta, de quien no asimila lo que le está sucediendo. De todas formas, pese a lo mencionado, cabe destacar que el espectáculo no pierde calidad y su performance es la de una profesional.
María vino acompañada de un grupo de bailarines a los cuales les dio protagonismo y quienes se hicieron cargo de aprovecharlo, en mi opinión fueron de lo más destacado del show. El espectáculo de luces y la banda también merecen ser mencionados, ya que mantuvieron al público siempre cautivado.
El show en sí fue un tanto corto, varias canciones no estuvieron en el repertorio, incluyendo la que le da nombre al tour. Duró alrededor de una hora y media, hubo dos teloneras y las puertas se abrieron tres horas previo al inicio. La organización del Velódromo estuvo muy bien, se ofrecieron puntos de hidratación, una zona para personas discapacitadas, pantallas que permitían disfrutar de una buena visión desde cualquier sector y una zona de comida que estuvo disponible a lo largo de todo el show.
En general estuvo muy bien, aunque queda claro que a María Becerra todavía le queda mucho por delante y tiene una gran base de seguidores para acompañarla en el proceso.
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