
A la caída del sol de ayer,
Emilia de las Carreras (Buenos Aires, 1989) llevó a cabo la presentación de su exhibición como resultado de la residencia llevada a cabo en
Escena Oceánica.
El escenario no podría haber sido más propicio para la sutil y sensible muestra en virtud de las características de sus piezas.
Emilia tiene una mirada muy incisiva detrás de detalles nimios que obtiene de los deshechos de la vorágine consumista del ser humano.
Hasta el trozo más insignificante y con nulas posibilidades de ser reutilizado capta su atención quien va en su rescate para darle una nueva vida.
De esta forma Emilia transforma, a través de la fusión, elementos con los cuales conforma un nuevo escenario conduciendo la mirada del espectador el que queda seducido.
Lo asombroso de sus obras es que aún tratándose de materiales insignificantes, los dota de un halo enigmático logrando sacralizarlos a la vez que los eleva a una escena que convierten la pieza en una alhaja propia de una joyería o proveniente de un espacio museístico de tenor antropológico.
Luego de doce días de trabajo incisivo y de mucha intromisión, Emilia presentó su trabajo en un escenario el cual se convirtió en una instancia performática que quedará en mis registros tanto mentales como emocionales, como una de las más eficientes experiencias dentro del arte contemporáneo.
El término incisivo hace alusión expresamente a una situación personal que la artista está atravesando y que sin dudas ha actuado a modo de bálsamo curativo.
Para su presentación Emilia montó un plató acorde a su discurso.
Para ello escogió abrir su sala a la noche donde expuso sus obras sobre una larga mesa que ubicó debajo de la planta principal de la casa y sobre la arena donde apoyó su mesa iluminada con algunas pocas velas de cera blanca.
Los invitados a la escena éramos solo tres.
Llegada la hora pautada nos fuimos acercando en forma sigilosa caminado sobre la arena con un paso muy lento.
De esa forma y a medida que nos íbamos acercando la escena fue tomando un matiz de sacralización donde el sonido del mar propiciaba el marco ideal para sensibilizar nuestros sentidos.
El resultado de la experiencia fue muy exitoso pues Emilia logró introducirnos dentro de su dimensión artística donde ella habita y se recluye.
Cada pieza invita a un vínculo muy cercano y sensorial donde la incidencia de la mente pasa a segundo plano.
El rescate de elementos que el mar le propició sumado a algunos otros que la artista trajo consigo desde Buenos Aires, le facilitaron el discurso narrativo provocado por el lugar.
Adicionalmente a la mesa que se recorre en forma circular, la muestra estuvo acompañada por una clásica obra suya donde Emilia compone corazas humanas compuestas por abridores de bebidas en lata.
De extrema fragilidad, Emilia se mune de estos atuendos a modo de protección donde una vez más da vida a partir de elementos de deshecho.
La elegancia de sus piezas sumado al delicado acompañamiento y guía de la artista, convirtieron a la muestra en una instancia perfomática.
Luego del minucioso recorrido de la exhibición, Emilia nos guió hasta su apartamento donde ha vivido y gestado esta obra.
Allí pudimos percibir claramente cómo el lugar le propició el ámbito acorde a la introspección que le guió hasta lograr la obra.
Luego la noche nos guió hasta el mar el cual contaba con la brillante luz de la luna, broche de oro de la muestra.
Emilia de las Carreras está representada actualmente por la
galería Grasa ubicada en Buenos Aires.
En 2019 fue seleccionada en la Bienal de Arte Joven y Premio Itaú Cultural.
Adicionalmente se desempeña como docente en Vergel, organización sin fines de lucro cuyo objetivo es entrelazar el arte, la salud y la educación dentro del programa “Pintando en el Hospital” y asiste asimismo al Programa de Artistas Torcuato Di Tella.
Por su lado Escena Oceánica es una residencia que facilita alojamiento para artistas que son seleccionados por su director Stefano Rallo quien busca propiciar un diálogo con el océano.
Ubicado en Oceanía del Polonio, Stefano, nacido en Trípoli, se construyó una casa hace 15 años con comodidad para recibir a sus residentes.
El fin de este proyecto no pretende mas que facilitarle a los artistas un ámbito de plena tranquilidad donde el atronador ruido proveniente de las olas del océano y el ulular del viento conducen a los mismos a un viaje interior.
En plena libertad y facilitado por todas los elementos necesarios para crear y sobrevivir durante esos días, Stefano provee un ámbito propicio para crear, donde en algunos casos se da en los artistas un cambio de piel.
Este mismo esquema es aplicado por Stefano en su casa ubicada en la isla Favignana situada a 18 kilómetros aproximadamente al oeste de la costa de Sicilia, entre Trapani y Marsala, donde el benefactor convoca artistas bajo el mismo diseño artístico.
Stefano Rallo se ha desempeñado dentro del rubro de la consultoría de marcas.
Su sensibilidad le ha llevado asimismo a convertirse en coleccionista de obras de arte contemporáneo que divide entre sus residencias en Roma, Milán,
Favignana y Oceanía del Polonio.
Ello sumado a su generosidad le han conducido a llevar a cabo este tipo de programas sin fin de lucro alguno y que simplemente facilitan ámbitos acorde para el desarrollo del arte contemporáneo.
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