Esta noche de jueves confirmamos que 12 años de ausencia en la escena local de una banda como Elefante fue muchísimo tiempo.
Fue como si esa semilla llena de música plantada a finales de los años 90 por parte del grupo, se hubiera desarrollado en el tiempo para darle materia sonora a esa bestia que vimos en la Zitarrosa esta noche, y nos diera la razón de tan prolongada ausencia.
Como quien se agacha para saltar más alto o se aleja para ver las cosas con mejor perspectiva, en un proceso de reinterpretación de hechos que sucedieron con mucha aceleración en poco tiempo. Eso parece haberle pasado a Elefante.
Stella Maris (voz exquisita, referente y enorme de nuestro Rock nacional), Maneco (guitarra, loops, cerebro artificial) y Harry Kardos (bajo y estructura) tuvieron el acierto de sumar sangre joven con mucho talento al mamífero más pesado de la música industrial local, por un lado Albana Barrocas (batería) y por otro al hiperquinético Jhonny b Gore (guitarra, voz de “Libertad o muerte”, grupo referente del nuevo Death metal local) para así poder definir esto como el tomo 2 en la historia de Elefante, un Elefante que conserva eso de antes, suena y huele a espíritu adolescente y rebelde, pero ya desde la experiencia, el riesgo y la mixtura de estilos, siempre envolventes, obligando al trance como a agitar nuestras cabezas, yendo del cielo al infierno en solo 30 segundos, siempre desde sus canciones.
Y son esas canciones, que muchos no dejaron de escuchar desde que se separaron allá por el 2003 luego de aquel recordado toque en El piso (viajes y proyectos independientes mediante, para llegar al día de la fecha), canciones que muchos las sienten como suyas, como parte importante de su vida, como tatuadas en el alma, cargadas de emociones, asociadas a recuerdos de otra época, que parece tan lejana, tan real. Años de locura y libertad quizás, sin macs, ni ipods, ni celulares inteligentes.
Y hoy nos damos cuenta que esas canciones son tan grandes que siguen más vivas que nunca y que tuvimos la suerte de reencontrarnos con ellas, ya más maduras, más compactas, más efectivas.
Sonaron temas de “Elefante 1” (1998, Koala) y de “Bazar” (2001, Koala), “No fear”, “Alrededor”, “Un grito”, “Sea of Love”, “Mi mal” entre otras, una tras otra y con un sonido poderoso, con el copyright Elefante (no es poca cosa esto que digo), algunos de sus clásicos, “Escorpiana”, “Volver a salvo (Volando alto)”, “Ultraseven” y algo de su nuevo material.
Y fue así que entendimos porque se intuye con la historia ya contada (o con el diario del Lunes se podría decir), porque Elefante fue un suceso que recorrió el Under todo, hasta llegar a ser uno de los números preferidos y más multitudinarios de esas inolvidables e irrepetibles fiestas X que se celebraban en cada diciembre, o también porque fueron pioneros y reyes del genero (sin herederos de relevancia a nivel nacional lamentablemente) en eso que después fue bautizado como Nü metal, en fusionar Trash metal con bases de batería electrónica y loops, mas algo de rap, funk o grunge (esto, junto a la voz única de Stella Maris se convertía en un combo letal para los sentidos).
Ya en el final del show, la energía trasmitida descarga tras descarga que era absorbida por el público desde sus butacas, se hizo incontrolable y todo se transformo y estallo en un pogo espontaneo y visceral, cuando la banda ya había tomado todo el escenario de la Zitarrosa (una Stella descalza, extasiada y liberada daba nota de la euforia que se vivía en el lugar) mientras cada nota enloquecía a la audiencia presente. A esas alturas, ya todos estaban en su mojo, el final ideal que se merecía la vuelta de Elefante a los escenarios. Bien arriba, a modo de catarsis, a puro aplausos, pogo y gritos, los que aman su música como verdaderos fieles, vivieron la jornada como una experiencia liberadora después de tanto tiempo de tenerlos ausentes. Un show perfecto. Ojala en un futuro no lejano, utilicen toda esa energía que poseyó el lugar esta noche, para regalarnos más música, mas noches como esta, mas Elefante por mucho tiempo mas, y lo digo casi como una obligación, por el bien de la música local (como una bofetada en la cara a la escena actual), ellos y nosotros lo merecemos. Esperamos ansiosos que esto suceda. Hasta la próxima.
ELEFANTE, EL REGRESO DE UNA BANDA DE PESO. ENTREVISTA CON MANECO URQUHART
Imagen portada: Elefante en Sala Zitarrosa – 16 de Abril de 2015 Foto © Fernanda Aramuni
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