Una visita a La Casa de las Escobas
Oscar Postigline es un trabajador del teatro y un talentoso actor, profesor y director teatral. Su inclinación por los temas sociales lo ha llevado por distintos caminos de la vida, de perfil bajo, sobrevive e impulsa la maratónica tarea de dar cultura a una región del país alejada de la capital.
Un ejemplo a seguir en este ambiente plagado de esnobismo, de necesidad de fama y reconocimiento.
Humilde, de pocas palabras, no se casa con nadie.
Y como diría el negro jefe: Los de afuera son de palo.
-¿Cómo fueron tus comienzos?
-Mi comienzo en la actividad teatral fue casual, ya que un primo mío que era profesor de literatura me invito a ver El avaro de Moliere, comedia en 5 actos. El con uno de sus grupos del liceo la iban a representar, me pregunto si quería hacer un personaje. Finalmente lo hice y se prendió la llama, la pasión por el teatro.
-Hay un antes y un después de tu regreso a San Ramón…
-Nací en San Ramón. Es mi ciudad de origen, Luego me fui a Montevideo y cuando vi Juan Salvador Gaviota que me fascinó, hice la escuela de Teatro Uno.
Trabajé en varias obras, quizás la más recordada sea Conversaciones con mis hijos de R. D. Laing en el Teatro Tablas, allí tuve un gran reconocimiento del público y de la prensa especializada por la actuación. Después de ahí, no paré.
Estuve un tiempo en Nueva York y volví a San Ramón. Comencé dictando un taller de teatro y es en donde forme el Grupo Experimental de Teatro.
-¿Quiénes integran el grupo?
-El grupo está formado por todos lo que hicieron y hacen el taller de teatro, desde sus comienzos en el año 2006.
-¿Cuál fue tu experiencia en Nueva York?
-Trabajé en una casa que se llamaba Club House, algo así como Casita Unida. En ese lugar había varias actividades, se reunían esquizofrénicos y también presos que ya estaban por finalizar su condena. La idea fue trabajar en torno al teatro para hacer una presentación en un canal de televisión, un ambiente duro pero que me dio gran satisfacción.
-¿Qué es la Casa de las Escobas?
-Es una casa donde funcionaba una escobera. La reflotamos, armamos una salita de teatro donde funciona el grupo. Funciona también como espacio cultural abierto a otras disciplinas. Han pasado muchísimos espectáculos: Durante el carnaval entre otros “Murga La Ramona”, La murga de Migues “Casi Murga”, y el musical del grupo Kandumba.
Los ciclos de Tertulias “Entre Versos y Tonadas” donde alternan músicas y literatura. También el rock se hizo presente con la presentación de “La Sucia”
En teatro tuvimos el honor de recibir al grupo “Planeta Azul Teatro” con su notable obra “Reproducción Prohibida”
-¿Cómo se financia la sala?
-Con la gente de la ciudad que colabora y algunos socios que tenemos. Además con los espectáculos que hacemos vamos pagando algunos gastos.
-Incursionaste en el humor también…
-Sí, en el Ciclo de Teatro Espontáneo presente “Casi Humor” la que dirigí y también actué.
-¿Qué otros espectáculos han presentado?
-Hicimos “Animal Urbano”, un espectáculo de creación colectiva, de teatro y danza, donde nos ayudó Daniela Pássaro en la parte corporal.
Para quienes no pudieron verlo, mediante el lenguaje del Teatro-Danza presentamos una serie de sucesos que, evitando lo explícito, pretendimos generar en el transcurso de 8 escenas, en el observador una interpretación única y personal, transitando los caminos de la duda, la pregunta y la reflexión.
El elenco esta vez estuvo integrado por Alina Aguilar, Fabricio Arbío, Miryam Gadola, Jorge Muscio y Gerardo Taque. La asistencia en Dirección fue de Myriam Mutuberría.
Las ideas coreográficas y trabajo corporal de Daniela Pássaro.
El espectáculo fue presentado también en la “Muestra internacional de Teatro Ciudad de la Costa, Peimetral 2015”. Allí intervinieron obras de Argentina, España, Paraguay, Brasil, Escocia, México y Chile.
-En ese presente ¿en qué camino transita Grupo Experimental de Teatro?
-En proceso estamos ensayando “Perdona nuestros pecados” que fuera elegida como la mejor obra en la “Tercera Maratón de Teatro del área Metropolitana” organizado por varias intendencias y donde participaron más de 50 grupos de teatro.
También ensayando e investigando, para una presentación donde el eje central es la locura, el proyecto se llama “Bienvenidos” y será una sorpresa para todos.
-¿Un referente?
-Cito, la repuesta de Bretón, sobre Artaud de un periodista:
Usted piensa, según su expresión, que Antonin Artaud había “pasado al otro lado”. ¿Podría precisar lo que entiende por ello?
ANDRÉ BRETÓN: Ante todo, establezcamos como axioma que la poesía, a partir de un cierto nivel, se burla absolutamente de la salud mental del poeta: su más alto privilegio consiste en extender su imperio mucho más allá de los límites determinados por la razón humana. Para la poesía, los únicos escollos serían la banalidad y el consentimiento universal. Desde Rimbaud y Lautreamont sabemos que los más bellos cantos son a menudo los más extraviados. Aurelia, de Nerval, los Poemas de la locura, de Hölderlin, las telas de la época de Arlés de Van Gogh, son aquellas que estimamos como lo más alto de sus obras.
Muy lejos de aprisionarlos en sus compartimientos, es como si el “delirio” las hubiese desatado, como si por un puente aéreo ellos hubiesen entrado en comunicación fulgurante con nosotros.
Del mismo modo, sería sacrificar a un prejuicio de otra edad, querer defender a Artaud de todo extravío del espíritu que, habiéndole sido imputado por error, le habría sustraído la libertad y lo hubiese expuesto a las peores crueldades, bajo pretexto de curarlo. En el nivel más inmediato, entre el hombre y la sociedad en que vive, hay tácitamente un contrato que le prohíbe ciertos comportamientos exteriores bajo pena de ver cerrarse sobre sí las puertas del asilo (o de la prisión). Es innegable que el comportamiento de Artaud en el barco que lo traía de Irlanda en 1937 fue uno de ésos. Lo que yo llamo pasar al “otro lado” es perder de vista, bajo un impulso irresistible, esas prohibiciones y las sanciones a las que uno se expone por transgredirlas.