Primera de dos noches de concierto en el Antel Arena, afuera se multiplican los puestos callejeros con todo tipo de merchandising: remeras, vasos, vinchas, pósters… inclusive con la fecha grabada.
Dentro del recinto también hay puestos de venta del merchandising oficial y vasos reciclables.
Como es habitual, el público es variopinto, mucha gente joven pero también adultos, familias con niñeces de toda edad, inclusive en pañales y hasta un perro guía en proceso de aprendizaje. Es muy interesante como el Cuarteto de Nos logra mantener la fidelidad de su público sin dejar de sumar nuevas generaciones. Sin dudas es un privilegio poder concurrir a un concierto con tu madre y tu hijo, y que todos lo disfruten de igual modo.
Yo misma fui pensando en las veces que escuché en cassette Soy una arveja, del año 1987… con lo que suponía de disruptivo cantar canciones como Andamio Pijuán o Enamorado de un pollo; y como mi hija adolescente va ahora al liceo con su playlist del Cuarteto. Hablame de vigencia.
El concierto estaba previsto para las 21 hs., a las 21.10 con el recinto ya prácticamente colmado de gente (y en la cancha es de parado nomás, sin sillas) comenzó el reclamo con aplausos, cánticos, revoleo de vasos y luces de celulares, para que empezara.
Finalmente 21.15 se apagaron las luces, la gente se empieza a parar, los celulares se aprontan expectantes para el comienzo, que es con Flan, del disco que da nombre a la gira: Lámina Once de 2022, mientras se proyectan detrás del escenario, en las pantallas colgantes y en los banners que rodean el estadio, imágenes del planeta tierra desde el espacio.
Luego de este energético comienzo, ¿cómo se sigue? Obviamente con El hijo de Hernández desde el lejano 2009 del disco Bipolar. TODOS cantan a gritos, y cuando termina abruptamente, se produce la primera ovación de la noche.
A continuación, un nuevo salto hacia atrás para un clásico incombustible del disco Raro de 2006: Ya no sé qué hacer conmigo, una canción con la que todos nos podemos sentir identificados en alguna estrofa ¿no?
Siguiendo con el repaso de álbumes viejos, desde Porfiado 2012 llega Lo malo de ser bueno, con imágenes psicodélicas en blanco y negro. Recién en este momento Roberto Musso se detiene a saludar al público y agradecer a quienes llenaron Antel Arena, al punto de tener que agregar una fecha extra, al día siguiente. Celebra el fin de la gira: “quisimos compartir con ustedes”, que comenzó y terminará en Montevideo y anuncia sorpresas para los dos días.
Siguen las canciones Algo mejor que hacer, también de Porfiado y luego Roberto desde Habla tu espejo del 2014, anunciado en un susurro. Deja la guitarra y se pasea por el borde del escenario de lado a lado, mientras imágenes en vivo se proyectan en la pantalla cuádruple que cuelga del techo, intervenidas digitalmente. El laburo del equipo técnico, luces, audiovisuales, sonido, es impecable.
Apoyado en imágenes de atardeceres con colores de fuego llega Chivo Expiatorio, también del disco Lámina Once que me parece no es tan conocido por el público, por ser más reciente. Se trata de un rock en toda regla.
Para el siguiente tema, Roberto explica que hicieron una encuesta en sus redes sociales, para que el público votará cuál canción no podía faltar en el recital. Resultó ser Como pasa el tiempo, nuevamente de Habla tu espejo. Efectivamente se trata de una canción muy popular, la gente baila desenfrenada y el pogo en la cancha es imparable.
Con la púa en los labios, Roberto pide al público aplausos y ayuda con las “rimas y rimas” y la gente responde. Los músicos se enfrentan cara a cara para tocar el último riff.
Musso luego se toma un momento para preguntar a cada uno de los sectores, cómo están pasando; y anunciar las sorpresas: “porque se merecen tanto, los queremos tanto. Algo que hace un montón de tiempo que no hacíamos: estrenar un tema en vivo”, y “la frutilla de la torta” la invitación a dos de los músicos de la banda amiga No te va a gustar: Denis y Mai en trombón y saxo. Toda esta introducción para hacer El perro de Alcibíades, uno de los nuevos lanzamientos incluidos en Mirá para allá.
Los invitados se quedan para hacer Mario Neta del disco Jueves de 2019, nuevamente el estribillo genera un pogo imponente. Roberto corre de lado a lado del escenario, se para a escuchar al público, agita al pogo, las imágenes muestran a la gente saltando en las pantallas.
Finalmente, los invitados se van del escenario. “Me dejaron solito” se queja Roberto. Consulta sobre el desafío de definir en una sola palabra lo que significa este concierto, este show, y nos da alternativas: ¿agradable?, ¿amigable?, ¿condescendiente? La gente grita NO ante cada propuesta. La respuesta correcta es Maldito Fucking Show y el público completa la frase a los gritos, dando paso al hit Maldito Show, una ácida crítica a la sociedad de consumo, los medios de comunicación y las redes sociales. Para rematar el efecto, caen papelitos picados sobre el público en cancha y Musso advierte: “apronten los celulares”, para seguir con El cinturón gris del mismo álbum Lámina Once. El vocalista canta, salta, demostrando un gran estado físico; mientras su silueta se recorta sobre el fondo, termina arrodillado al borde del escenario.
Luego de unos cuantos segundos de oscuridad, Roberto vuelve solo al escenario, sin los músicos, rapeando sobre una base rítmica Contrapunto para humano y computadora. Esta última escribe sobre la gran pantalla posterior, completando la payada ¿en décimas? con acento español. Para terminar la batalla analógica, pide apoyo con los brazos al cielo.
La siguiente canción comienza con golpes y pasos acompañados por guitarras, unos rayos azules salen del escenario y se lanzan cruzando el cielo. Es el momento en que la banda aprovecha a tomar un descanso, mientras se proyectan imágenes radiológicas o de algún tipo de estudio médico. Suena el coro introductorio de Rorschach, con un Gustavo “El Topo” Antuña totalmente gozado con su guitarra.
Desde el teclado Santiago Marrero toca una melodía que la gente va reconociendo. Los celulares se mueven con las linternas encendida mientras suena una canción de cuna o un móvil de bebé, hasta que ingresa la batería de Alvin Pintos y el resto de la banda, para hacer No llora. Al final Roberto tira aplausos al aire y agradece conmovido, para seguir con la consigna “Vinimos acá para que nos griten ¡Mirenme!” mientras canta, unos enormes ojos se mueven en la pantalla.
Es momento de presentar a la banda con total familiaridad: Topito, Santi en el bajo, Luis con la guitarra en la “tarima épica” y al grito de “los bateristas también son músicos” el nombre de Alvin es coreado por todo el público del Antel Arena. Roberto corre a su lado y se abrazan al final del solo.
Nueva consigna: “¡Vamo arriba los gauchos!” para introducir el poderoso Gaucho Power desde Apocalipsis Zombi del 2017, con imágenes de caballos trotando en la pantalla y el estadio se cae abajo, para seguir con las primeras notas de Miguel gritar y sus rimas pegadizas.
Tras un momento de silencio, suena como una bocina de tren y luego comienza el riff de Invierno del 92, la gente corea, Roberto recibe el agradecimiento conmovido y la banda se despide con un: “hay un montón de cuestiones que han hecho que estemos acá hoy: todos somos un tanto raros, bipolares, muy porfiados, zombies, hablamos con el espejo y nos gustan los jueves, solo vemos manchas… La fiesta estuvo hoy acá, los queremos mucho”, y abandonan el escenario.
Sin embargo, las luces no se encienden, a oscuras la gente grita, se abraza, cantan y piden otra. Por minutos no se mueve nadie, los celulares se agitan esperando la vuelta. Una miembro de la producción mira al público sonriente, mientras pasea por la cancha. Se siente el afecto del público por el Cuarteto. Sigue el reclamo de “una más”, aplausos, chiflidos.
Finalmente, la banda vuelve al escenario y es ensordecedor el ambiente, sólo suena la guitarra y todo el espacio se tiñe de rojo para hacer Buen día Benito y es un placer ver cómo Roberto disfruta el momento, agachándose para hacer el recitado bien cerca de la gente.
Último tema, no podía faltar Yendo a la casa de Damíán. La gente delira, todo el Antel Arena salta, la banda toca mientras se despide pletórica.
Termina el show, miles de personas se desparraman por el barrio, logro subir a un bondi que espera hasta estar lleno para arrancar. Estoy rodeada de gente con remeras del Cuarteto de muchas ediciones distintas, todas felizmente transpiradas. Sin querer, escucho el diálogo de una familia, con dos adolescentes absolutamente extasiados: “no voy a tirar este confeti nunca”, “esta remera no se lava, la voy a usar por siempre”, “éste no se sabía la mitad de las canciones”, “me hubiera gustado que cantara la de Al cielo no”, al tiempo que trataban de convencer a la madre para que los deje ir nuevamente al concierto del día siguiente: “hace meses que esperamos, e imagínate lo épico que puede ser cuando seamos viejos, contar que vimos al Cuarteto dos días seguidos”. Y si, épico es la palabra.
FICHA TÉCNICA:
Jefe de escenario : Juan Falcone
Carlos Zoia – sonido
Sebastian Morandeira – sistemas
Guillermo Gross – Vj
Martín Techera – Luces
Camilo Giannatassio – Asistencia de escenario