Esto arrancaba hace años para mí, en un toque en el entrañable Espacio Guambia…. aunque su historia ya venía contándose hacía tiempo.
El rock y la melancolía eran el bastión de los Buceo Invisible, eso me decían en facultad los que a esa altura ya los conocían.
Yo los había escuchado sonando por ahí antes, pero esa era mi primera vez de verlos en vivo.
Me acuerdo del encantamiento… nunca más me deshice del embrujo.
Simples, poetas, gente del barrio cantando y contando.
El tiempo ha pasado… la vida les ha movido algunas piezas pero no han cambiado en nada esa esencia que los hace tan invariablemente buenos y diferentes: la capacidad de fusionar la fuerza del rock con la sensibilidad absoluta de la poesía.
Un Colectivo de gurises que el jueves 20 pasado acabó con la lluvia y llenó de imágenes y música la Zavala Muñiz.
Presentaron su último disco “El pan de los locos”, tan ecléctico y melancólico como todo a lo que nos hemos acostumbrado a recibir de ellos con el correr de los años; esta vez lleno de puntillosos adornitos sonoros que, además, sellaron por momentos con el exquisito sonido del violín.
Ojalá y sigan haciendo poemas de sus músicas, o al revés… vaya uno a saber cuál es la maravilla que combinan para lograr embelesarnos; porque si de algo estoy segura cada vez que voy a verlos es que la verdadera magia que producen algunas cosas no se curan para nada con la adultez.
Buceo Invisible en el Solís – 20 de Octubre de 2016