Estuvo en nuestro país la performer mexicana Violeta Luna, realizando talleres en Casarrodante y performance en Centro cultural Tractatus.
Habiendo trabajado con directores como José Caballero, Raúl Zermeño, José Ramón Enríquez y Estela Leñero. Violeta es fundadora del Grupo de Teatro Independiente Grande y Pequeño.
Ha dado clases y ha actuado en Cuba, Argentina, Perú, Brasil, USA, España, Francia, Zuiza, Portugal, Noruega, Egipto, Glasgow, Eslovenia, entre otros. Artista asociada del Colectivo Interdisciplinario La Pocha Nostra en San Francisco C.A que dirige Guillermo Gómez Peña.
Arte y activismo ocupan a la artista que busca aunar ambas modalidades discursivas; las mujeres, los inmigrantes, los desaparecidos, la violencia de estado son solo algunos de sus temas.
En Taller Casarrodante tuvo lugar el Taller de Performance: El Cuerpo / Acción: Direcciones para una Cartografía Personal, proponiéndose que los participantes: “ utilizarán su cuerpo como territorio de creación y desarrollarán acciones a partir de sus complejidades personales de memoria, identidad y sentido individual y social de raza, género y sexualidad”
Por su parte la performance realizada en Tractatus giró en torno a los desaparecidos por la violencia de estado en México, aunque aclaró: lamentablemente es algo que nos hermana, además de cosas más positivas, como latinoamericanos.
Iconografía prehispánica y católica enmarcan el acto performático que parece girar en torno a la imposibilidad de tramitar un duelo, duelos, que resultan de operaciones de terror político en nombre de la seguridad nacional.
Un cuerpo que parece transido del dolor de lo indecible, restos humanos que se reagrupan intentando rearmaruna figura humana desmantelada que solo una cura ritual podría reunir. La necesidad de algún tipo de escritura- la artista deja piedras que se ofrecen al público para ser escritas con nombres u otros significantes de la desaparición- urge como medio de subjetivar pérdidas.
Una experiencia intensa que deja planteadas preguntas acerca de los filosos bordes entre arte y ritual.
Imagen portada: Jhona Lemole – Centro Cultural Tractatus
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