Febrero 2015
En el escenario de Solitario Juan –uno de los refugios que todavía tiene la escena rockera montevideana- se presentó Señor Faraón, en un show de rocanblues breve pero contundente.
Señor Faraón es el proyecto solista de Ismael Varela, quien viene desarrollando esta faceta desde el 2008. Lleva editados dos discos hasta la fecha, “Siguiendo el Rayo” (2009) y “Las Nuevas en Inglés” (2010) y además tiene uno próximo en camino. Pero no sólo se queda por ahí el asunto: cuando Ismael no es Señor Faraón, es percusionista y armonicista de Hablan por la Espalda y compositor de bandas sonoras.
Es a través de esta hiperactividad y participación en múltiples proyectos que podemos determinar cómo se maneja gran parte de la escena montevideana: todos se ayudan entre sí y hay un verdadero espíritu colaborativo, producto seguramente de ser parte de una misma generación y poseer gustos y hasta estéticas similares. Cuando hablamos de “todos” en este caso nos referimos al círculo formado por bandas como los mencionados Hablan por la Espalda (HPLE), pero también a Oro, Matías Cantante y todos los que están ligados al colectivo Esquizodelia. Son ellos quienes se mueven tocando en los más diversos escenarios: lugares de mediana capacidad como Bluzzlive, pequeños boliches (como el Solitario mismo) y hasta en el Club de Bochas del Parque Rodó y el Cine Universitario. Cualquier lugar es bueno para hacer llegar la música parecieran decir todos ellos y debemos agradecerles, sino, el panorama musical de la ciudad estaría anquilosado, como ya ha sucedido.
Volviendo a quien nos ocupa, lo de Señor Faraón es comúnmente en formato acústico, con él tan solo acompañado de su guitarra haciendo blues y folk del bueno, acercándose muchas veces –quizás sin saberlo, vaya uno a saber- a propuestas de trovadores británicos como John Martyn y BertJansch así como al viejo blues de los ’30, con un sonido íntimo y despojado pero no por ello exento de fuerza. Pero para el show en Solitario Juan la propuesta fue otra, la del power trío. Acompañado por Federico Anastasiadis (Oro) en batería y Nacho Etcheverría (Croupier Funk) en bajo, el sonido pocas veces bajó los decibeles y hasta el más tranquilo de los temas podía derivar en una brumosa e hipnótica jam que, más que recordarnos a sus trabajos previos acercaron a la banda al sonido de gente como Los Natas. Dicho esto, debemos aclarar que no fue todo tan pesado y que el sonido remitía claramente a artistas de los setenta uruguayos como Opus Alfa, el Jesús Figueroa solista y Días de Blues -otro power trío al que seguramente tienen como referencia- y por qué no, a cierto candombe beat como puede ser el de El Kinto y Tótem (sonido que también toma como referencia HPLE), hecho que también se le debe agradecer a esta generación, ya que rescatan del olvido música genial que se hizo en este país y que, con excepción de Níquel en su disco “De Memoria”, pocas veces fue revisitada y revalorada.
Si bien la música sonó fuerte, el ambiente era distendido y de camaradería. En la vuelta estaban miembros de HPLE, Oro, Santa Cruz, todos apoyando la causa. Y entre cervezas importadas y amigos, no hubo problema para que los músicos afinasen sus instrumentos y les fuesen solicitados temas. Entre los destaques, además de algún adelanto de lo que será su próximo disco, debe mencionarse una versión de “Let Me Try” de MC5 (“para los mimosos” en palabras del propio Faraón) y ese proto hit que es “El Diablo” que, de ser el mundo más justo de lo que es, debió sonar por todas partes en su momento. Sabemos que el mundo no es justo pero por suerte, nos queda la música.
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