¿Qué pasa cuando mezclamos la nostalgia ochentera, el cine de aventuras de Steven Spielberg, el suspenso de John Carpenter, las historias en pueblos chicos como el de Maine a los que nos tiene acostumbrados Stephen King, los Walkie-Talkie, Dungeons & Dragons, los nerds víctimas de bullying y un largo etcétera? Cuando la mezcla se hace bien, aparecen pequeñas joyas como esta, algo muy raro, algo fuera de serie y al mismo tiempo muy familiar. La nueva serie de Netflix está dando mucho de que hablar en las redes y no es para menos, es una de las series más interesantes de lo que va de este 2016, logra dar un entretenimiento muy poco común con ingredientes ya vistos docenas de veces y eso es todo un mérito, vamos a intentar contarlo sin spoilers para el que todavía no la vio.
La acción transcurre en Indiana, en la década de los 80, en donde Joyce Byers (Wynona Ryder) busca desesperadamente a su hijo Will (Noah Schnapp), el cual desapareció de forma inexplicable al regresar a su casa luego de pasar la tarde con sus amigos. Ella y los amigos de Will junto con el Sheriff recorren el pueblo en busca de alguna pista que los ayude a encontrarlo. Obviamente,no va a ser una tarea para nada sencilla, uesto que la madre no está completamente en sus cabales y el Sheriff no se toma muy en serio este caso. Esa es la premisa que da el puntapié inicial a esta aventura que homenajea al cine ochentoso.
Los hermanos Matt & Ross Duffer son los responsables de darle vida a esta historia al ser creadores, guionistas y directores de la mayoría de los 8 capítulos con los que cuenta esta temporada. Saben contar una historia atrapante, con suspenso, drama, un poco de terror y también, por qué no, poco de humor con una puesta en escena formidable que nos hace olvidar que estamos ante una serie de televisión y no una película de hace 30 años. Uno de los puntos fuertes de la serie lo encontramos en la actuación de Wynona Ryder en su rol de madre desesperada (que quizá para más de uno esté al borde de la sobreactuación, pero en mi opinión personal es entendible que una madre esté histérica en estas circunstancias) y en los niños protagonistas, los cuales sostienen la trama gracias a un buen guión que les da solidez a sus interpretaciones, sobre todo tomando en cuenta lo difícil que es hoy por hoy encontrar a niños que actúen bien, o que por lo menos no sobreactúen demasiado.
Todo está cuidado hasta en el más mínimo detalle, desde el decorado de cada habitación, las películas que se ven en la tele, los posters que decoran las habitaciones hasta los juguetes de los niños (como el ya mencionado Dungeons & Dragons). Varios elementos como el uso de sintetizadores en la banda sonora, que muchas veces nos recuerda a la música compuesta por Ennio Morricone; quien finalmente ganara el premio Oscar a mejor banda sonora por «The hateful Eight» que fuera dirigida por Quentin Tarantino, para la versión de 1982 de “The Thing” dirigida por John Carpenter; la fotografía, el vestuario, nos transporta en el tiempo y nos recuerda a “Los Goonies” (1985, Richard Donner), “E.T.”(1982, Steven Spielberg), “Estados Alterados”(Altered States 1980, Ken Russell) o novelas de Stephen King como “Carrie” “Firestarter” o incluso “It”.
Dar detalles de dónde y cómo están puestas estas referencias ya sería incurrir en el fatídico “Spoiler”, la gracia es que sean descubiertas por uno mismo y no leídas en una página.
En definitiva, una serie que todo amante de la ciencia ficción no puede perderse, cancele esa ida al cine o al teatro, avise en el trabajo que está enfermo y póngase a ver Stranger Things.