
No es nuevo que Tacuarembó es o nuestra Atlántida de Platón o el Triángulo de las Bermudas o algo inexplicable – y no me opongo a no tener respuestas – pero, como se ha mencionado ya muchas veces, es tierra fértil para el arte en todas sus facetas.
Más recientemente, en los últimos años, todos nos vimos deslumbrados con el movimiento sobre el nuevo sonido de Tacuarembó (Tacua Noise) pero los frutos de esta tierra datan desde hace mucho más tiempo.
Conocemos la controversia sobre el origen de Gardel; Washington Benavides y su rebeldía que llevó a que le quemaran los libros en la plaza; la increíble poesía de Circe Maia, los orígenes de Benedetti; la influencia en Darnauchans, la escritura y música de Dani Umpi (que además fue alumno de Circe Maia) y la lista sigue y seguirá cual enredadera nutrida de la necesidad de expresarse y en excelencia.
El año pasado viajé a Tacuarembó para vivir el movimiento más reciente (Tacua Noise) in situ y vivir en carne propia el fenómeno.
Hasta ese momento sólo había visto en vivo a Incluso si es un Susurro Soviético en el Bluzz y me había generado tal curiosidad que llamé al equipo del Bloque que estaba organizando un viaje de ida y vuelta al festival y me sumé.
Ahí conocí que la banda ISUSS tenía a Natalia (su cantante femenina) con un proyecto propio llamado Julia Lunar. Además, el hermano de Federico (el cantante de ISUSS) tenía a su vez otra banda llamada Walixce Jasy.
Escuché también a Niño Gutiérre, participó Tallo, y llegó el turno de Calavero.
Todos ellos de Tacuarembó (aunque la instancia contó con invitados de otras partes como El Club Audiovisual de Argentina, Julen y la gente Sola, Samuel Acosta y Hablan por la Espalda de Montevideo).
Esta vez, el foco está en Calavero. Banda con integrantes oriundos de Tacuarembó pero que viven en Montevideo.
Ellos ya contaban con un disco lanzado en 2021 llamado “Los nuevos últimos días” y este 2025 la banda anunció sin RRPP, ni publicidad, ni marketing ni parafernalia de ningún tipo que tenía nuevo disco. Si, así nomás.
La razón está libre a quien quiera interpretar pero firmemente creo que cuando algo es bueno, (y este disco ciertamente lo es) lo importante es escucharlo sin necesidad del estímulo del reel “standupero” de los artistas, sin cotillón, sin la batucada del cumple de 15 para llamar la atención.
Fue crear, producir independientemente y publicar y ahí entramos nosotros, los escuchas.
El disco se llama “HAKAI” que significa “destrucción” en japonés.
Leyendo un poco más al respecto, también se menciona: “Es una habilidad de los Dioses de la Destrucción, quienes la utilizan para mantener el equilibrio en sus universos, creando o destruyendo vida según sea necesario”.
Por lo que interpreto que destruir y crear serían dos caras de la misma moneda (como siempre) y ahí vendría la creación de este disco.
Cuando el nuevo álbum se lanzó, Calavero comunicó en su perfil de Instagram : “pretende ser una continuación del ciclo que empezó con el primer disco y que va a cerrar con un tercero.
Lo grabé en mi casa.
La mezcla la hicimos con Tallo.
El master lo hizo Juan Manuel Puñales
El diseño de la carátula lo hizo Camila Crymosa
(…)
Espero que este disco les llegue de alguna manera”.
El disco está integrado por 10 canciones:
- Vértigo
- Hakai
- Gualicho (interpretado en conjunto con la banda Walixce Jasy que les mencionaba más arriba).
- No descanses
- Los reptiles /Johnny Turbina
- No nos importa (que personalmente la había escuchado en vivo en Tacua Noise 2024)
- F
- Balas (interpretada en conjunto con Tallo)
- Ending
- La comodidad
Se lanzó el 7 de julio por Katana Records (independiente) y es una invitación a escucharlo entero y no por tracks para adentrarnos en esta atmósfera que aunque apele a cierta destrucción necesaria en todo proceso de crecimiento, es la creación de una atmósfera bellísima, honesta, sin espejitos de colores.
Los invito a que se den esta oportunidad de escuchar como hacíamos antes. Escuchar el disco entero y si, voy a caer en la referencia a la frase del Eternauta que se volvió viral : “lo viejo funciona, Juan”.
¡A escuchar se ha dicho!















































