25 Nov 2016
Nací en la casa de mis padres, en Campodónico, un paraje rural que se recuesta contra el río Cuareim en el norte de Uruguay.
Escribo poesía sabiendo que el poeta es otro, yo corrijo y “la pongo en voz”.
¿Cómo llegué a subir mis propios vídeos a Youtube? ¿Qué absurda telaraña me contuvo? ¿Qué misericordiosa mujer me prestó su ubre para amamantar a una hija? ¿Qué cristalina palabra, no pétalo pobló mis axilas y se fugó de las rocas para transportar aire?
Y por vez primera nos hacemos preguntas, sin esperar la respuesta.
Es que en tanto hablante, soy, y en tanto trabajador en la palabra, sucedo.
ELOGIO DE LA PALABRA
Camino a la noche este hombre habla
mientras cargan otros lejanos vagones.
Otro día pedirá ser un obrero
cubierto de acero y de fatigas.
Sentados al borde del silencio van llegando los de antes
y esperamos que se abra el testamento.
Sentirnos herederos de palabras
que mañana como antorchas
nuevos frutos de vientos y de esperma
sembrarán por estas calles.
Sentir que hemos cumplido como puentes
de orilla a orilla, aferrándonos a pieles
pidiéndole al mañana que recuerde nuestras manos
como a barcos del ayer.
Voz de voces púberes de seda
alargan miradas pidiéndonos las claves.
Cada palabra es leyenda
que fueron tejiendo lejanas cuerdas.
Y viajan melodías, por el fuego, por el agua,
encallan en gargantas que con gritos las envían
olas que desbordan la playa de los labios.
¡Sentir que nos detiene el muro de los dientes!
¿Será nuestra herencia, hablarnos largamente y oír solo palabras?
N.T