Chillan Las Bestias en Sala Zitarrosa

El pasado viernes 12 de febrero se presentaron en vivo en la Sala Zitarrosa, Chillan Las Bestias (Arg) y los locales Caos Poético. Dos bandas un poco desconocidas en nuestra escena y que se caracterizan por incluír en sus propuestas algo tan eterno y original como lo es la poesía en sus diferentes formas posibles.

Una atmósfera de guitarra eléctrica en buena conexión con un saxo tenor fue dando entrada a la poesía sutíl de Caos Poético en una introducción de ambiente sostenido.
Si bien el empleo de poesía junto a una banda de rock o post-punk como telón de fondo tiene una larga historia, cabe destacar el tramado original que sale de esa fusión de versos, canto, distorsión y que en este caso suma un saxo al ensamble ajustado de batería y bajo, para terminar de ordenar algo que está muy lejos del caos.
La poesía prepara el acto y la banda sigue el camino detrás de cada palabra o viceversa, así se fue armando la presentación de este grupo que ronda hace ya dos años por el under montevideano.
A manera de unión entre las dos bandas y para el cierre de la primera parte, los vocalistas de ambas cantaron “A la nada” en un encontrado intercambio musical.

Luego de unos diez minutos de intervalo aproximadamente, empezó a deambular la música de Chillan Las Bestias dejando su neblina particular entre estrofas, pasadizos del bajofondo rioplatense y un violín casi protagonista junto a la singular voz de Pedro Dalton; para terminar de conformar lo que bien podría ser la banda sonora de una película de cine negro.
Las Bestias construyen climas, en eso ya tienen unos cuantos años muy bien llevados con Ángela Tullida si los contamos desde su disco homónimo del año 2000. La misma se formó a principios de los noventa y el plan era algo distinto a lo que es hoy esta nueva formación.

A medida que se avanzaba en el repertorio, contamos con la participación de Laura Gutman como invitada especial en guitarra electroacústica para el tema “Cardenal” (Ángela Tullida) y en voz para “Gardel”.

Primaron los arreglos finos de un violín que siempre sabe manipular la densidad de la canción. La palabra va atada al canto y entre los juegos vocales, se recrea una peculiar escena de barrio en medio de la canción, como bien sucede en “Walter de la Blanqueada”.

En el cierre, se destacaron las canciones nuevas intercaladas con otras del primer disco para bajar finalmente la temperatura que trajo el fin de semana de carnaval.