
Anoche, jueves 20 de marzo 2025, pasadas las 21, la Sala Zitarrosa fue el escenario de un homenaje que difícilmente podría haberse dado en otro lugar. Milongas Extremas presentó “De no olvidar”, un espectáculo que reunió a artistas invitados, un repertorio de lujo y una sala colmada. Nada sorprendente: la calidad del quinteto— Pablo Paio Piñeyro (guitarra, saxofón y voz), Francisco Stareczek (guitarra y voz), Camilo “Piquela” Gramoso (bajo y voz), Santiago Martínez y Matías Rodríguez (ambos en guitarra y voz)—, sumada a la figura del homenajeado, aseguraban el lleno. Para ellos, Zitarrosa es mucho más que un referente musical; su obra, su mirada y su manera de decir siguen marcando el rumbo.
Este homenaje más que un repaso de grandes éxitos, fue un encuentro con la huella imborrable que dejó en la música popular. Esta noche, la banda prometía versiones renovadas, temas menos transitados y la complicidad de artistas invitados, armando un recorrido intenso por el legado de un artista imprescindible.
Fue una de esas noches que quedan marcadas. La emoción flotaba en el aire y la puesta en escena sumó lo suyo. Imágenes proyectadas en los laterales y el fondo del escenario hacían que la atención saltara de un punto a otro. Cuando lograbas enfocarte en la música y en una de las proyecciones, una armonía impecable de los integrantes del quinteto te sacudía y te obligaba a volver la mirada al escenario. El setlist fue una obra en sí misma; canciones propias de algunos de los músicos, temas del grupo y, en su mayoría, piezas del gran Alfredo.
A los costados del escenario, dos radios de principios de siglo parecían parte del decorado hasta que, con las luces apagadas, dos focos las iluminaban, convirtiéndolas en protagonistas. Ahí cobraban vida; audios y fragmentos de entrevistas a Zitarrosa se intercalaban entre canción y canción, creando un puente entre su voz y su obra.
El recorrido arrancó con “Nene Patudo» y «La canción del cantor», marcando el terreno con esa energía milonguera que es sello de la banda. Luego, la voz de Zitarrosa caló en la sala con una presentación que fue la mejor antesala para” De no olvidar». Un puente directo al homenaje, reforzado por el siguiente audio, que hablaba del árbol. Raíces, historia, identidad. Siguieron “Tibieza”, “Incendio” y «Susurro«, con la intensidad en aumento cuando se sumaron los Copla Alta.
Cuando la sala ya estaba entregada, el silencio se llenó con las palabras de Alfredo en “Crece desde el pie» a través de los audios en la vieja radio, un respiro profundo antes de que la canción explotara en el escenario.
Cada audio fue una pieza clave en la narrativa del show. Después de “Milonga de ojos dorados», presentaron a Lucía Chappe y Carlos Méndez, sumando tres sillas al escenario para darle un tono más íntimo a “Solos y juntos». La emoción siguió con “Zamba por vos», precedida por un fragmento donde Zitarrosa hablaba de la influencia española en su música. Y ahí entran las guitarras, dándole paso a “Ama y Vámonos».
El clima se quebró con la introducción de “Qué pena». Luego, con sombras proyectadas en el fondo, Alejandro Balbis se sumó para “Diez décimas” y «Alero«, agregando su voz rasposa a la noche. El tramo final fue un vaivén de emociones: “Decime”, “El grito” y el “Adagio» marcaron el cierre con imágenes en pantalla. Tras los agradecimientos, “Como quieras» preparó la despedida, pero el verdadero broche fue «Pal que se va», con el último audio de Alfredo invadiendo la sala.
Un show pensado hasta el último detalle, donde la música y la voz de Zitarrosa no fueron solo homenaje, sino testimonio vivo de su legado. Las voces de Copla Alta, Alejandro Balbis, Lucía Chappe y Carmen Pi no solo realzaron la presentación, sino que lograron conectar con el público en momentos imborrables. La ambientación con radios de época y el trabajo audiovisual sumaron capas a la experiencia, transportándonos a la esencia de una época que Alfredo representó como pocos.
Más que un tributo, De no olvidar fue un acto de resistencia. Porque cada vez que la música y la memoria se abrazan, la historia se mantiene viva.
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