Mayo será el mes en que se estrene la última versión de la saga Alien (11 de Mayo Uruguay) Esta vez titulada Alien Covenant. El Director de cine Ridley Scott vuelve al universo que materializó en la pantalla basado en Necronom IV del suizo H. R. Giger. La tripulación de la nave de la colonia Covenant, con destino a un remoto planeta en el otro extremo de la galaxia, descubre lo que ellos piensan que es un paraíso desconocido, pero en realidad es un mundo oscuro y peligroso. Cuando descubren una amenaza más allá de su imaginación, deben intentar una fuga desgarradora.
Tan implacable como la sagacidad del mounstruo (Xenomorfo) es la forma en que las agencias de publicidad han adoptado para mejorar la puesta en escena de los tráilers en diferentes modelos de spots, publicitados en internet y aún en televisión abierta. Consiste en dos formas por un lado la clásica y tradicional de lanzar a los medios el formato tipo tráiler que condensan de alguna manera de que viene el film en cuestión y por otro lado encontramos algo más, desde la productora del Director Ridley Scott han incursionado en aleccionar con más eficacia la realidad mágica de la diégesis como si fuese parte de nuestra realidad real, hablamos de una nueva forma de publicitar la película bajo un nuevo formato de tráiler, esto es la puesta en escena de una pauta publicitaria de uno de los personajes de la película, como si fuese algo “real” y tangible posicionado en el mercado y en la mente de potenciales consumidores de un mercado como el actual, así como se publicita cualquier artefacto, esta vez encontramos la del cyborg que es protagonista en la saga titulado “Alien: Covenant, Meet Walter”. Walter se presenta en el spot como el compañero sintético más avanzado del mundo, diseñado para ayudarle a lograr una mejor experiencia humana. Cada modelo es calibrado individualmente para servir al conjunto único de necesidades y preferencias de su propietario. Por si desean verlo dirigirse aquí Concebido por Ridley Scott y 3AM, dirigido por Luke Scott, y producido por RSA Films.
Este formato de presentar spots o pequeños cortos que ilustren de alguna manera la vida aparte, extra, fuera de sus “trabajos”, de los protagonistas como si fuesen reales ya sucedió con el anterior film Prometheus (para quienes no vieron la película es algo así como el primer capítulo de la historia y origen del fenómeno Alien) dónde también hay un corto exclusivo sobre el perfil y el objeto de fabricación del cyborg-androide (David). Para no ser menos esta vez, la 20 Century FOX lanzó un corto con el fin de ser un prólogo de la película Alien Covenant, titulado Prometheus: The Crossing; dónde explica el fin del film Prometheus y puente de comprensión para la última versión.
El hecho de vincular los objetos fascinantes y los héroes de cómic con el mundo real es una de las características de nuestra actual cultura globalizada de masas. Este ejemplo puede verse también en otros cortos publicitarios, por ejemplo uno de la productora MARVEL COMICS dónde muestra supuestamente la vida que eligió el súper héroe Thor luego de su última batalla con los Vengadores (Avengers) THOR 3: Ragnarok – Vacation Teaser Trailer (2017). Ver aquí. El fenómeno también se da a la inversa en nuestra realidad, el ex Secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, en el año 2005 durante la campaña titulada America Supports You, posó en una foto junto a dos tipos disfrazados de Captain América y Spider-Man, en conmemoración de la entrega de cómics de estos superhéroes a las tropas de Estados Unidos mientras luchaban en Irak como forma de motivar a las tropas en la justificación de su fin.
Pero más allá de notar la mezcla hiperreal que los medios producen en llevar a la realidad tangible y cotidiana la existencia de seres imaginarios debemos constatar el porqué de su atracción fascinante para algunos. Para ello me atrevo aquí a citar algunas reflexiones del pensador uruguayo y Licenciado en Filosofía Sandino Núñez (El miedo es el mensaje; Amuleto, año 2008; Prohibido Pensar, HUM, año 2010) cuando afirma que cuanto menos legitimado y menos racionalizado se nos plantea algo (como el fuego) más nos atrae y llama la atención hacia un estado de perplejidad. El asunto se enmarca bajo la manera en que la actual sociedad define al otro. En cómo nuestra cultura de masas identifica a otro para identificarnos a nosotros mismos, lo cual define a la actual sociedad como etológica, dónde todos somos pertenecientes a una manada y establecemos perímetros sociales que son esgrimidos bajo parámetros micro fascistas.
El Alien es un mounstro absolutamente instintivo con el único motivo de hacer persistir la producción y supervivencia de su especie. Careciendo de toda psicología que lo motive a una acción, el mounstro le pertenece más a la ciencia natural que a la literatura interpretativa. En la saga ya histórica que define a este ser, llevada a la pantalla por primera vez en 1979 por Ridley Scott, Alien el Octavo Pasajero; y por otros directores como James Cameron, en 1986, Aliens; en 1992 Alien 3, en 1997, Alien: Resurrección; y luego Prometheus con la vuelta de Scott a dirigir en el pasado año 2012. Lo que fue en principio una creación del hiperrealismo de la bio mecánica futurista del fallecido pintor suizo Hans Ruedi Giger. Se materializó en la pantalla la fascinación por el animal incomprensible en una supuesta carrera militar y de control por conocer al bicho, vigilarlo y tomar apuntes para saber de qué forma puedo utilizar su poder en beneficio propio.
Para establecer un ámbito comparativo que defina la densidad del protagonista, Sandino Núñez considera a otros monstruos anteriores en la diacronía literaria, como lo son Frankenstein o Drácula, tan letales como nuestro Alien portan en si una diferencia, y es la que en ellos si existe un interior, un alma perturbada, una psicología construida con metáforas y símbolos que construyen el argumento de su conflicto, de su consecuente accionar. Estos tipos de monstruos son por lo tanto, interpretables.
Dicho esto podemos establecer que nuestra cultura occidental ha construido para definir al otro, dos tipos de monstruos; por un lado el conjunto de los no-humanos, que carecen de toda psicología, sin piedad, sin culpa. Como lo es el caso de Alien, el T-1000 de Terminator (James Cameron, 1984) el orangután asesino con navaja de la novela Los crímenes de la rue Morgue de E. Alan Poe, entre otros. Y por otro lado los humanos, con un argumento interpretable, un motivo enfermo, pero una causa delirante a fin de cuentas. Es el caso de Drácula, Frankenstein, Dr. Jeckyl y su alter ego Mr. Hyde. Continuando el razonamiento éstos dos tipos de monstruos son más que simples creaciones de la imaginaria literaria, son dos formas que la cultura occidental ha cercado como paradigma para entender y relacionarse con un otro.
En el caso de los primeros, los no humanos, pueden ser catalogados como productos de una tecnología y una inteligencia militar: concebido para la belicidad, el control, la ocupación y la defensa. Es un otro radical, que nos resulta desconocido, atenta contra nuestra existencia, es hostil y dañino. Para los siguientes pueden ser resultado de una tecnología política, que devenga de ciertos parámetros y formatos culturales con un contexto social que los origine (ya no de una fuente militar o defensiva). El caso del monstruo humano atormentado, un semejante, que podría ser yo mismo. Por ello es interpretable, porque carga en su interior un compendio de sentimientos, deseos y motivos que también integran el interior de todos.
Sin embargo el mounstro con justificativos humanos y hasta éticos, no funciona bien como objeto de fanatismo. Este se instituye en relación al otro, se construye en el lenguaje y en el sentido. Elabora un argumento dramático, engaña con histérica seducción. Por su parte, en su incomprensión, el alien es siempre idéntico a sí mismo, fascina e hipnotiza.
Por ello encontramos una dualidad en la comprensión por el otro, ya sea a través de técnicas educativas y civilizatorias que nos acercamos a un semejante humano. O con técnicas científicas y militares, digamos de control y supervivencia. En la ficción se encuentran la materialización de los dos, los monstruos atormentados, de carácter gótico y romántico y los otros más animalescos, sin argumento o causa analizable que justifique la acción depredatoria. Estos últimos a diferencia de los primeros logran transmutarse en algo subhumano o en algo suprahumano, logrando asemejarse a entes que pueden llegar a integrar un estado de divinidad, como objetos de culto de orden totémico.
La misma tecnología que crea al Alien también activa la figura del guerrero que se obsesiona con él, que lo define como un héroe trágico, y obtiene un rival a su altura que lo termina autodefiniendo. Finalmente este guerrero se termina convirtiendo en su opuesto. Destinado a ser el otro, esta unidad dialéctica, en esta oposición que se integra y complementa, el personaje a través del conflicto que establece dicha dualidad se convierte en uno sólo; ejemplos sobran: el capitán Ahab de la ballena Moby Dick, Fox Molder con los extraterrestres, Batman con el Guasón; en la saga Alien, el personaje que interpreta la actriz S. Weaver (Ellen Ripley) termina integrándose por completo a la bestia en múltiples formas (ver: Alien 3 y Alien Resurección) Son formas literarias de la imaginería de la cultura occidental que expresan como en realidad la sociedad civil se ha armado por horror al otro, a un supuesto Alien, y de forma inconsciente termina siendo igual a él.
Ilustración portada: Andrés Capeluto