
El dandy de Quito
Quito, Ecuador.
Regresé a la casa de Iván Cruz Cevallos durante el día, y más allá de la charla amable, me encontré con la magia de su casa bañada por la luz natural.
La invitación era para almorzar, pero como ya tenía otro compromiso, llegué sólo a compartir el café.
Iván es un dandy sin lugar a dudas: su atuendo casual con pañuelo anudado al cuello, la armonía de tonos bordeaux y el sutil perfume —un exquisito Bulgari que reconocí apenas crucé la puerta— transforman la conversación en un ritual.
Las flores de los jarrones lucían en su máximo esplendor, y la mesa del living, finamente servida, anticipaba la cena de esa noche que reuniría a varios amigos del cuerpo diplomático de Quito.
Escucharlo es un lujo. Entre anécdotas de vida y reflexiones sobre Oswaldo Guayasamín y su imagen pública —tan mitificada como tergiversada—, Iván deslizó detalles del proyecto en el que trabaja hoy, tan ambicioso como apasionante.
Saboreé el café y la charla. Antes de despedirme, me obsequió un libro dedicado, un gesto tan generoso como él mismo.
La consigna quedó dicha: volvernos a ver.
Y con eso, ya tengo una razón más para regresar a Ecuador.

















































