“Me motiva no saber qué va a pasar, la incertidumbre: todo lo que uno se imagina es posible, siento que no tengo límites, hay mil maneras de hacer la vida…” Viviana Loza es una actriz y fotógrafa uruguaya de 26 años que actualmente reside en Montevideo. Comenzó su carrera en el arte estudiando Teatro. Sin pensar que la fotografía fuera a tomar una importancia central en su vida, comenzó la formación como actriz en el Instituto de Actuación Montevideo. “Todo el ambiente de teatro fue el primer lugar donde me sentí libre y me encontré más que nunca a mí misma”. Sus interrogantes vocacionales la llevaron también por la carrera de Psicología y Comunicación visual, ambas en la UdelaR.
“En 2014, a mis 21 años, viajé con mi padre a EEUU a visitar a mi hermano y me compré una cámara reflex, quería aprender, nunca pensé que me fuera a dedicar a la fotografía. Empecé a estudiar de forma autodidacta, a sacar fotos en modo manual y a aprender cosas por la mía. Cuando volví a Uruguay, mis compañeros de teatro fueron los primeros en pedirme que les saque fotos a una obra que estaban haciendo: con el poco conocimiento que tenía fui a sacarle fotos… fue mi primera experiencia de hacer fotos para los demás.”
Reconoce que todo comenzó con tirarse al agua sin saber mucho, con una “idea un poco loca” que “resultó ser”. “En Junio estábamos en un bar con una amiga que me pareció un lugar ideal para fotografiar, así que me acerqué a la barra a ofrecerme, preguntando si por esas “casualidades” necesitaban un fotógrafo… terminé hablando con el dueño, realizando fotos de prueba unos días después y teniendo una propuesta laboral…”
Continuó formándose en el Fotoclub Uruguayo, en la Escuela Uruguaya de Fotografía y realizó workshops con diversos fotógrafos. Con el tiempo, pudo cursar una Tecnicatura Académica en Fotografía en el Claeh. “Arriesgarse, animarse… El mismo dueño del bar me pidió que le hiciera el cumpleaños de un año a la hija y luego comencé a trabajar también como segunda cámara en fotografía de bodas.”
Motivada por el trabajo de Luis Garván, Platón y otros fotógrafos, en 2018 surgen las sesiones de Retratos “Un encuentro contigo mismo”, realizando cerca de 50 retratos. “Un día sentí que “era ese día” y fui a comprar un “fondo” para las fotografías: agarré la plata, elegí uno azul y uno verde agua, los coloqué con cinta adhesiva en una pared de su casa y le pedí a mi compañera de piso hacerle un retrato… Comencé a hacer más, y cuando mis amigos los veían querían que les hiciera: los hacía gratis, hasta que en un momento se comenzaron a hacer más conocidos y me escribía gente que no conocía a través de Instagram y allí le tuve que poner un precio. Lo que me motiva es la libertad que me brinda, conectar con la gente desde otro lado: tengo la cámara y es la excusa perfecta, quiero ver algo de la otra persona, quiero que la otra persona se deje ver…. La cámara logra que la otra persona pueda ver lo que yo veo en ese momento, entonces es más potente, genera un sentimiento, una emoción, una pregunta…”
Un año después, recorrió Europa y Asia realizando retratos de “Un encuentro contigo mismo” por España, y retratos de fotografía documental por Birmania y Tailandia. “En el viaje descubrí que me encantaba hacer retratos de gente en su vida cotidiana, en Birmania le hice fotos a gente que trabajaba por allí, de otras comunidades. Cosas que eran desconocidas para mí.”
“Creo que desde mi trabajo puedo contribuir con dos cosas: con la sesión de “Un encuentro contigo mismo” la persona se cuestiona cosas, se encuentra más consigo misma y el objetivo es que se vaya un poquito distinto… y por otro lado, desde la fotografía documental y los fotorreportajes, a mostrar cómo son las realidades en otras partes del mundo y mostrar esa… “cosa igual” que tentemos todos los seres humanos, así estemos en China, en Sudamérica, en Europa: la imagen es un lenguaje universal, una mirada la entendemos todos sin importar qué idioma hablemos… De todos los paisajes que he visto, las miradas humanas son los que más me han cautivado y me siguen cautivando…”