Enero 2013
Hace ya un tiempo, desde este mismo portal, habíamos entrevistado brevemente a Laura Alonso. Con la idea de profundizar más en lo que nos pueda contar la poeta, es que la buscamos nuevamente. Qué la motiva a escribir, qué es para ella la poesía hoy, si se siente parte de una generación de poetas; son sólo algunas de las cuestiones que le proponemos a Laura para que nos responda. Perspicaz, obsesiva, y consciente de que la poesía es su lugar en el mundo, ella se incorpora a nuestro Quinto Desvelo, confesando y preguntándose sin vergüenzas.
“Creo que puedo pasar raya en una letra de Arjona y decir que no es poesía pero siempre desde un universo de estímulos, tesoros e imaginarios acotados pero en despensa, en mí. Y sin embargo, tengo que poner el oído en eso: ¿por qué funciona?, ¿qué cosa hay ahí que alguien –muchos- buscan y necesitan?”
-¿Cómo es editar poesía hoy en Uruguay?
-Un asunto perverso: un mecanismo circular: un consumo acotado, demanda pequeña (así, todo en términos de mercado frío y duro), una apuesta que casi siempre depende del bolsillo entero de los poetas (que desbalancea cualquier forma de valoración estética; o la desequilibra), o de la afortunada gracia de un concurso con edición incluida en el premio y un jurado que no pretenda perpetuar su propia vida literaria a través de lo que refrenda (una puja vacía de crítica activa se torna mera pelea de poder; “el pedacito que hay es mío y de los que cierran de algún modo mi propuesta”) , una frustración casi segura en términos de recepción (salvo por el circuito que lo rodea a uno –que también pervierte perceptivamente-)
Siempre hay excepciones pero en términos generales, esa es la cancha de publicar poesía. Cruda como la de un parado. Uno que golpea puertas intentando dar con quien vea valor en tu libro y monte un mecanismo más o menos serio para no vivir de vos. Y también esto trastorna la capacidad de valoración. O es producto, justo, de la mayor complejidad del valor de la poesía: cuando va al objeto libro es una mercancía igual a un sillón Barcelona o a una cafetera (estoy suponiendo que hablamos de esa forma de edición)
Después y por ahora, tenemos Internet. Gratis. O las fotocopias, baratas. Fáciles de hacer. Y subirse a un bus.
-¿Cuál es tu motivación a la hora de escribir?
-Ya no tengo idea. Una necesidad desesperada de zanjarme en una Otredad desconocida e imposible de dilucidar. Una especie de clarividencia sobre cosas que me pasan por encima. Una disconformidad con los hechos. El grito único que puedo dar en la marea informe (o el balbuceo).
¿Te encuentras “bloqueada” en algún momento?
Ya no pienso en el bloqueo. La escritura sucede más allá del deseo. Sucede (o no) Cuando estoy en ese estado símil a lo que se llama bloqueo escribo sandeces. Mi producción de sandeces es mayor que cualquier esbozo de brillantez literaria que haya tenido (si tuve) Sobrevivo mejor sin preocuparme por ello.
-¿Cuál crees que es el perfil del lector de poesía?
-¿Cuál poesía?, ¿a qué llamamos poesía HOY? La verdad, UN PERFIL, ni idea. Me he asombrado de gente que no lee lo que así denominamos culta y culturosamente, POESÍA. De su agudeza, de su percepción. De su construcción estética (que parece una mala palabra entre algunos poetas; como si estuviera reservada a las clínicas de recauchutaje corporal) Hasta para poner un mantel. Creo que puedo pasar raya en una letra de Arjona y decir que no es poesía pero siempre desde un universo de estímulos, tesoros e imaginarios acotados pero en despensa, en mí. Y sin embargo, tengo que poner el oído en eso: ¿por qué funciona?, ¿qué cosa hay ahí que alguien –muchos- buscan y necesitan?
Más que perfil (que es más un término de marketing) me preguntaría que subjetividades se cuelgan en ciertos asuntos y porqué. No para reproducirlo sino para atender humanamente como se manifiestan las alegrías y tristezas y las esperanzas de los otros a través de su recepción. Para escuchar algo que se manifiesta también en sus elecciones estéticas y que habla de la tripa de algo.
“¿Y para qué poetas en tiempos de penuria?” decía Hölderlin. Pues también para eso: cajas de resonancia. Siempre sabiendo que ninguna poesía cambiará las cosas de forma radical. Un poeta debería ser amo para sacudir y esclavo para volver a su silencio, para escuchar e intentar así suspender justo, esa relación. Dar oído, nunca pretencioso (estamos hasta el cuello de la pretensión)
Para mí hay tantos perfiles como manifestaciones de lo humano. Y es por eso que no lo sé y creo que ni siquiera quiero saberlo, así, de forma “cientificista”: perfil.
-En los concursos de poesías ¿Qué tan subjetiva es la elección de un poema para que unos sean publicados en un libro y otros queden afuera?
-El problema es creer que hay una especie de tabla de Dios por la cual los hombres se juegan a un juicio estético como cumpliendo tips: acierta o no acierta. Eso no existe. O, mejor dicho, existe pero no flota: es la tradición o lo ya instituido, y de ahí la capacidad de salirse del esquema ya fundado en quien selecciona. El reconocimiento de la conmoción en algo que no podemos aún fundamentar. Por ahí Blanchot habla del error. De la capacidad de ver el acierto en algo “errado” y asentar sobre ello un discurso que lo justifique.
Pero tampoco existe la subjetividad salvaje, sin moldes y sin codificación. No hay un estado netamante instintivo en una experiencia estética a través de lectura. Y la lectura es una experiencia de ese tipo en alguien que además, ha sido valorado por otro para ser justamente JUEZ (ya sea el organizador o los participantes) Con todas las cosmovisiones conscientes o no que lleve encima, no hay “buen salvaje” en ese asunto. No se le pide al barrendero ser jurado (que también vive experiencias estéticas pero desde otro lugar o de manera “inocente” –por decirle de algún modo, no muy justo-)
Dependerá de muchas más cosas. Incluso del grado de mezquindad para reconocer algo extraño a sus terrenos de producción, en el caso de que el jurado también sea poeta. Del grado de mezquindad para reconocerse maravillado por algo que le es ajeno. Y sí, en último término hay una subjetividad. Pero no es una subjetividad plena y pura, especie de entidad recién nacida como de la nada.
-¿Qué significa para ti la Poesía?
-¿La poesía cómo? ¿Cómo género literario, cómo actividad, como fenómeno?
Para mí, de forma vital, la poesía es un lugar en el mundo. El mejor que pude y que encontré. No tengo vergüenza en declararlo. El mejor donde expresar mí Otredad sobre la gran marea.
Y todo lo demás: misterio, palabra de presagio, estado de protesta y fundación de un mundo (o su posibilidad) También significa todo eso.
-¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Cómo trabajas hasta concretar un poema?
-No escribo poemas. Cada vez menos. Un día me levanto con una obsesión (soy obsesiva) y escribo hasta decir basta un libro entero; y me lo saco de encima para bien o mal. Y esa obsesión, temo, es más o menos la misma siempre. Y cuando creo que estoy alcanzando el famoso cierre me doy cuenta que allá, en la segunda hoja escrita –en el segundo movimiento- estaba la clave de todo el proceso (o me hago ese relato para largarlo)
Y este asunto de la unidad del libro se lo doy a leer a algunas personas. Quiero saber si funciona por fuera de mí en la serie de fragmentaciones que despliego. Trabajo todo el tiempo sobre inventos al punto de no saber mucho como decirme llegué (lo cual me demuestra como una obsesiva con un grado de coherencia hasta la destrucción –he jodido libros por esto-). Pero ese tiempo me resulta edificante mientras dura.
-¿Cómo es tu relación con el lenguaje, con las palabras? ¿las buscas, las persigues o ellas llegan?
-Llegan y no llegan como palabras. Es raro. De todas maneras, estoy atenta a los aparentes fallos que producen las palabras. Quizás no en la primera tirada. Pero si una segunda o tercera vez de lo que considero una especie de trance imago-musical (suena muy rimbombante pero no tengo mejor forma de decirlo –eso también me hace poeta: intentar lo indecible-)
-¿Cómo ves la poesía actual en Uruguay? ¿Y en ella a tu generación con respecto a las anteriores?
-Como fenómeno social-cultural es muy activo aunque algo endogámico (un poco por la escala) Como producto artístico (o arte literario, bah) hay una inmensa gama de formulaciones. En general suelen ser más atendidas aquellas cercanas a la tradición. Creo que los poetas de distintas generaciones, en su gran mayoría, no se leen entre sí. No se conocen ni se escuchan. En una dirección y la otra, es un fenómeno que nace, la más de las veces, desde el prejuicio.
Embromo con que soy guacha. Quiero decir: ni idea tengo a que generación pertenezco. O al menos, en términos más complejos de los que se suele marcar una generación, soy una escritora llena de cruces. Me parece que los que teníamos 14 años a la salida de la dictadura vivimos de múltiples estímulos que están ahí a borbotones. Y que respondían a contextos y épocas distintas. Tampoco me preocupa posicionarme en alguna rama del gran árbol. Y me da pereza hacerlo por modo propio. Hay gente que es feliz creando esos aparatos. Yo prefiero escribir y pensar sobre otras cosas (aunque a veces tiente tímidos esquemas, en charlas de boliche –o facebook-)
-¿Qué te generó o dejó la generación del 45’?
-Algunos escritores mayúsculos y un rigor intelectual que escasea en la actualidad como elaboración de pensamiento (que es para mí el fin de toda crítica: pensar de alguna manera el mundo) También es otro Uruguay, ¿no?
Nos marcó a fuego hasta hoy. Todavía nos sacudimos la herencia del 45, al punto que en este cuestionario hay una pregunta específica sobre dicha generación.
-¿Qué libros nunca has podido terminar de leer y por qué?
-Aunque me cueste un año (o más) cualquier libro que abra, es terminado. Y mal (obviamente) No es una hazaña. Es una conducta culpógena como del que recibió un rezongo por no comer toda la comida del plato. Y no sé de dónde cuernos salió porque no recuerdo haber sido amonestada jamás por un motivo relacionado al asunto.
-¿Qué opinas de los ciclos clásicos de nuestro medio, ejemplo Caramelos y pimientos, Ronda de poetas, etc.?
-Para los poetas, todo espacio de difusión (y de encuentro) es vital. De todas maneras, habría que buscar la manera de que no estuvieran girando sobre sí mismos. La endogamia da hijos bobos.
-¿Qué palabras le dirías a alguien que está comenzando en esto de la poesía, alguien que ha decidido ser poeta?
-Cada vez doy menos “consejos”. Pero la lectura es fundamental. Que lea y abundante. Y que guarde mucho del abismo a su lado. Sin riesgo no hay poesía.
-¿Cuáles son los 10 libros que recomiendas leer?
-Imposible reducir a 10. Digo tres autores que yo leo y vuelvo a leer (y que ya he mencionado en otras entrevistas):
Vallejo – Celan – Jabès.
Laura Alonso nació en 1970 en Montevideo. Es docente de Arquitectura y poeta. Incursionó en narrativa, siendo premiada en el concurso de cuentos “Eróticamente” organizado por el semanario “La República de las Mujeres” (diario “La República”) y publicó los relatos “Tres Tristes Trinidades” (editorial Artefato). Desde el año 2008 ha recibido varios premios por su obra, destacándose una Mención en el concurso de cuentos “Paco Espínola”, el Segundo Premio en el “Premio Anual de Literatura” –ed.2008- del Ministerio de Educación y Cultura con su libro de poemas “Tratado sobre huecos” (editorial Estuario-2009) y la Primera Mención con su obra “Poesía rota” (inédita) en el “Concurso Literario Municipal” –ed.2009- de la Intendencia de Montevideo. Editó a fines de 2010 la plaqueta “pero todo volvió de golpe y no pude sino escupir sobre estas calles” -ó: diáspora la lengua-” (ed. Yaugurú), desprendida de la “trama” de “Espejismo en reiteración real” (ed. Paréntesis- abril 2011). Algunos de sus poemas ya forman parte de recopilaciones y selecciones de poesía joven femenina.