Imaginarse una versión de El ojo Blindado de Sumo, tocada por la fuerza y la actitud del Peyote, era como un plato de polenta caliente para enfrentarse a una invernal noche de mayo en el Teatro de Verano. Ese fue un punto bien alto en esta nueva vuelta del Peyote Asesino, transformada ya en una banda de culto del rock uruguayo.
La noche del jueves 12 de mayo, el Peyote se paró firme y colmó las expectativas de los miles que fueron partícipes del flashback musical de la legendaria banda de hip hop, heavy, rap, funk y quién sabe cuanto más. Siempre se destacó por sus buenos músicos (y por eso fue el germinador de proyectos como Bajofondo, Campo o la propia carrera solista de Santullo) por lo que era esperable que la noche de este regreso esa arista estuviera muy bien cubierta.
La novedad fue la incorporación de Matías Rada (“salvándole la petisa” a decir de Santullo) en guitarras y coros, que suplantó a Carlos Casacuberta quien no pudo recuperarse de una enfermedad que lo dejó afuera de estos shows. Rada se lució y conformó una aceitada dupla de guitarras con Campodónico, dándole todavía (como si faltara) una dosis más de actitud a la banda. El resto del Peyote jugó más de memoria: Fernando Santullo (L.Mental) como vocalista, el ya mencionado Juan Campodónico en guitarras, Daniel Benia en el bajo, Bruno Tortorella en teclados y samples, y un compenetrado Pepe Canedo en la batería.
No faltó la cuerda de tambores para darle una nostalgia candombera de vez en cuando, y arrimarse un poco a Montevideo, en una banda que nunca supo hacerle mucho caso a límites, fronteras y tradiciones.
Las canciones siguen manteniendo su visión combativa, irónica y al filo. Más allá de algunas menciones a personajes y elementos que a esta altura parecen pre-históricos y pueden despertar la sonrisa/recuerdo de quien las escucha y canta. Peligros de jugar al filo de la realidad del momento. Parte del flashback del que se fue a disfrutar. Fueron pasando a todo trapo y sin baches Guacho, Criminal, Psicoterapeuta, Denso, Cable pelado, Mal de la cabeza, la versión de Satisfaction, La Concha, UR Gay, Cama Biónica, para desembocar en el pasaje de Gavilán/Paloma a la cruda lírica de Prodan con que empieza esta crónica, si de ironía se trata.
Desparejos los momentos de los invitados. Pablo Silvera de los Once Tiros se apoderó del escenario y gozó al máximo su momento. Roberto Musso, del Cuarteto de Nos, no pudo imponerse en su invitación a Mal de la cabeza a pesar del misterio de un pasamontañas, y secundó a Santullo (que le agradeció al final) durante todo el tema.
La noche tuvo sus momentos de cuelgue, y también de sonido bien pero bien arriba (esos que junto al juego de luces le guiñan el ojo a la convulsión) los más disfrutados por un público que siempre estuvo al firme, con buen pogo incluído.
Con este toque a 20 años de sus debut discográfico, el Peyote mostró una vez más por qué es de las bandas fundamentales y más influyentes de la historia de esa entelequia llamada rock nacional. Por su música pero sobre todo por actitud, el Peyote Asesino sigue estando acá.
Imagen portada: Peyote Asesino – Teatro de verano – 12 de mayo 2016 – Foto © Taruman Corrales
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