Ten y Once se retroalimentan para existir y recrearse a si mismos. Uno toma elementos del otro para explicarse, marcando el camino que el autor eligió para abrirse con su escritura. Estos dos libros son las últimas publicaciones de Emilio Pérez Miguel, joven escritor que por lo menos en esta instancia, utiliza los versos para “reflejar mi experiencia de vida… un proceso de apertura muy grande, de cabeza, de corazón, una apertura radical a lo que es el mundo.”
COOLTIVARTE lo entrevistó para interiorizarse más de su obra. Desde el por qué de los títulos, pasando por la motivación de la temática, hasta llegar a los futuros proyectos que encara, Emilio Pérez no eludió respuestas, y compartió sus pensamientos que nos ayudan a entender el espíritu de sus poemas.
Primero, lo segundo
A pesar de las claras referencias numéricas de sus títulos, todavía hay algo más en esa arbitrariedad de los nombres elegida por el autor. Ingredientes que sin duda van aumentando la curiosidad de los lectores para desentrañar la propuesta de Emilio. Según nos cuenta, “en cuanto a los títulos, para mi era importante emplear palabras que tuvieran un significado en inglés y uno en español, porque son mis lenguas de cabecera. Once es el número en español, (pero también) un adverbio de tiempo en inglés que quiere decir ‘una vez’. Mi editora le decía ‘el libro binario’, por el juego de los dos uno. El título mismo quiere reflejar el hecho de que uno no está solo. Por el contrario, Ten es un libro netamente unipersonal”. A pesar de eso, y aunque Emilio no lo diga, ya desde el nombre, Ten es un ofrecimiento, una entrega, que el autor nos quiere transmitir desde lo más personal.
Ten fue publicado antes que Once, pero esta trampa a la cronología tiene una fuerte justificación para Emilio. “Publiqué primero la segunda parte ya que es un libro del cual uno puede extraer algo positivo, porque Ten uno lo lee y no hay ningún paliativo, es un libro muy fuerte, recién cuando uno lee la segunda parte (que es Once) puede generar algo valioso en base a lo que leyó. Para mí hubiera sido muy triste publicar algo tan desolador como Ten, y dejar al lector varado en la negatividad de esa obra por un año entero. Publiqué primero el libro “positivo” si se quiere” y después el libro “negativo”. Y publicar Ten no fue un proceso que a mi me haya hecho bien. Sabía que después de publicarlo me iba a sentir mal, y de hecho fue así, fue como ir un año entero al psicólogo y sacar un montón de cosas para afuera, fue una catarsis enorme. Era un libro que yo era reacio a publicar porque sabía que tenía un peso muy fuerte.” nos cuenta.
Desde lo clausurado
Las obras, a pesar de su independencia, aparecen indisolublemente unidas. Aunque sea a modo de polos que se atraen y repelen según el momento. Y la intensión de las referencias de uno para con el otro libro son marcadas. Según lo que comenta Emilio, “Ten es la primera parte, Once viene después. Publiqué primero Once y después Ten. Las fotos son cruzadas, las de Ten son las de Once, y las de Once son las de Ten. Once es un libro doble y Ten es la antesala de ese libro doble. En Once lo que hay es un conflicto enorme entre lo que uno es y lo que uno quiere ser. En Ten ese conflicto era unidimensional. Existía una realidad que no podía ser trascendida, una realidad muy triste que el propio personaje se impone así mismo.”
El proceso de apertura o el concepto de liberación, a decir de Emilio, está presente en el proceso de la escritura y también de la lectura, “los dos libros representan eso, uno (Ten) es un universo cerrado, y el otro, las puertas para obtener lo que perdí en Ten por estar recluido e incluso otras cosas que no obtuve antes…Ten es un libro que podés no leerlo, hay gente que tiene Once, y (a Ten) lo agarra, lo mira y dice: -este libro es un universo clausurado. Se da cuenta de eso, sin leerlo ya sabe lo que tiene en sus manos. La idea es que todos se animen y lo lean, pero con el solo hecho de tomar Ten y darse cuenta de lo que tiene en sus manos y el efecto que puede tener si lo leés, eso ya justifica la lectura de Once. Sabés que vas a leer un libro que te explica como superar limitaciones que se imponían en el otro libro.”
Fé en el lector
En el prefacio de Ten se afirma: “Yo les muestro cómo entrar. Ustedes deciden cómo seguir de ahí en adelante. Deciden cuándo pararán, y por cuánto tiempo. Y el destino final al que lleguen será determinado por ustedes, cada vez que lean el libro.”
Consultado sobre las aspiraciones que como autor él deposita en el lector, no hay duda de que Emilio se muestra muy confiado en las acciones del último, incluso tomando su propio rol. “Sé que el lector va a tomar el relevo y se va a convertir en autor, porque yo desaparezco, lo dejo con títulos dobles, con poemas dobles para que él determine el orden de lectura, el significado, incluso el final.” dice Emilio.
Esta seguridad para con el lector y lo que pueda recrear de la obra está también firmemente afianzada en la temática de los libros. Para Emilio “los libros tienen valor unitario, uno justifica el otro. Plantean un juego que es muy real, consiste en adquirir el valor o el coraje para abrir la mente, para aprender a validar realidades en base a lo que uno siente y no en lo que a uno le imponen. Por eso yo confió tanto en el lector y dejo en sus manos el desenlace. Es un desenlace distinto para todo el mundo y es lo que me gusta del libro. Era el objetivo y fue la gran satisfacción poderlo realizar.”
De idiomas, caligramas y poemas para armar…
Una de las cosas que más llama la atención de la obra de Pérez son las particularidades que nos propone: dos idiomas (Ten es en inglés y Once en español), caligramas, poemas para armar, títulos dobles, y demás artificios que desafían al lector pero al mismo tiempo son un atrapante motivo para escalar, verso a verso y poema a poema, la propuesta del autor. Sobre la elección de los idiomas Emilio nos cuenta que “fue muy natural. Fue así como se dio por cuestiones de vida. Yo en una época me aferraba al inglés en todo, era como un templo y yo con el inglés estructuraba mi visión del mundo, que es lo que pasa en Ten, donde se parte de algo para validar todo. Es lo que hacen lo personajes en todo momento y es lo que se supera en Once. Con el español busco un proceso de apertura. En Ten no me entendés porque no quiero que me entiendas, y en Once me podés entender.
Unida a esta elección, el autor explica también la utilización de los otros recursos, como una apuesta siempre alineada con la temática. “No es coincidencia que los poemas para armar están al final del último libro que es Once, no están al principio. El desdoblamiento es paulatino, Ten es absolutamente lineal, Once empieza de forma lineal, pero temporalmente está desordenado…tenés poemas con títulos dobles: ’Ella y él’, ‘Rodigo y él’, ‘Rocío y ella’. Rocío y ella son la misma persona, lo que quiero mostrar es que las personas tienen dos facetas: estás vos, que sos vos para vos, y el vos que le mostrás al otro. Lo que explica ese poema es como surgen los problemas en la vida porque le mostrás al otro lo que tenías que guardar. La dualidad es paulatina, y es una forma para que el lector entre en confianza, para que llegado el momento arme su propio libro” afirma.
De aquí en más
La cabeza y los dedos de Emilio Pérez parecen no tener descanso. Cuando habla se nota que siente pasión por lo que hace, y es por eso mismo que ya se plantea claros objetivos. “Estoy trabajando en un libro de relatos cortos, tiene cuentos, tiene pequeñas reflexiones, hay algunas referencias a los libros también dando un poco más de contexto. Es un libro de cuentos en español, lo que ya implica un grado mayor de apertura, lo que te permite llegar a más gente.”
Pero ese proceso de apertura al que siempre hace referencia no se agota ahí, ya que Emilio se plantea también llegar a otros medios, como la televisión, y ya nos adelanta algo del guión. “Después de publicar ese libro, el gran sueño, el gran objetivo que tengo es hacer una serie de televisión, que cuenta la historia de unos muchachos que tienen una banda (de rock) y que se anotan en un concurso. Cuentan sus vivencias, cómo se conocían de antes, cómo se entrecruzan las historias, como cada uno a través de la música resuelve su vida. Serían dos temporadas, a grosso modo la primera temporada te explica como la música te puede curar, y la segunda te explica como la música puede hacer que se distorsione tu visión del mundo, que vivas una realidad que no es y que te perjudique. Es una serie que me gustaría que la vean los padres con los hijos, y que se expliquen cosas mutuamente”.
Emilio no le teme a la masividad ya que cree que a pesar de escribir desde lo que siente, “las cosas más personales puedan ser recepcionadas de forma universal “. También se contextualiza en el movimiento cultural uruguayo y siente que se está pasando por un momento muy bueno para mostrar lo que se hace: “Uruguay siempre tuvo muchísimo talento y las vías para exportar estuvieron siempre limitadas, hoy por hoy con el tema de internet esas barreras se derrumbaron todas, cualquier persona puede llegar a otro público, promover lo que hace, puede hacerse oír. Son salidas que están en manos de uno, uno puede darse a conocer. Igual estaría bueno que nos movamos todos juntos” dice.
Cuando el grabador se apaga Emilio sigue hablando enérgicamente sobre sus proyectos. No hay duda que hay temas que lo inquietan, y parece haber encontrado su modo de abrirse al mundo, para expresar su visión desde lo más personal.
Imagen portada: Emilio Pérez Miguel