6 Dic 2017
Nací un mediodía del 16 de agosto de 1978. Ni mi padre ni mi madre recuerdan la hora exacta. Tampoco está anotada en la partida de nacimiento. Se ve que fue un acontecimiento que distrajo a los relojes, tanto los de pulsera, como los de corredores. Nací un mediodía y me quedé en el cielo, entre rayos, nubes y estrellas. Poesía sería mi oficio. Voz de la mano. Ahora con 39 años, disfruto el reconocimiento de colegas y amigos, y sufro la pelea diaria, la asimetría de sintetizar bienes materiales básicos para la supervivencia. La pelea será larga pero será una forma de completar el cielo.
MBM es coordinador general del Mundial Poético de Montevideo (2013, 2016 y 2017). Participó de festivales de poesía en Estados Unidos de América, Colombia, Brasil, Chile, Paraguay y Argentina. Publicó los libros: Never Made in América (Lavender ink, NOLA, USA, 2017), Made in China (Estuario, 2016), Parking Barea Mattos (Una temporada en Isla Negra, Chile, 2013), Conexo (MNAV, 2013), Por hora por día por mes (Estuario, 2008), Los ojos escritos (Fenaligra, 2003), Dos mil novecientos noventa y cinco (Artefato, 2002), y, Fuga de ida y vuelta (La gotera, 2000). Participó de las antologías: América invertida (USA, 2016), Earth, water and sky (USA, 2015), Austero desorden (Verbum, España, 2011), Cuerpo plural (Instituto Cervantes, España, 2010), entre otras. Editó los discos, Vino ovni (2016), Odisea en el parking planetario (2011), y, Grey tres hits (2009). Ha recibido el premio de la 43 Feria Nacional de libros en 2003 por Los ojos escritos, y, el Premio Morosoli 2017 por Ronda de poetas (2005-2017).
Un mensaje imperial de Franz Kafka, versión libre bajo el título Kafka de Barea Mattos,
Made in China (Estuario, 2017).
Nadie puede avanzar tan fácilmente como él,
pero la multitud es muy grande y ocupa un espacio infinito.”
Franz Kafka
Kafka
según dicen, te ha enviado un mensaje preciso a ti,
el más miserable de sus cucarachas lectoras, a ti,
que no eres más que una cucaracha que huyó lejos,
persuadida de su insignificancia ante la literatura en serie.
Justo a ti, Kafka te ha enviado un mensaje desde su lecho
de vida eterna como un rayo de sol gobernado por el imperio.
Le ordenó a otra cucaracha que leyera junto a él su mensaje en el menor
secreto:
tan poca importancia le atribuía que hizo que lo repitiera
a los gritos y también a los cuatro vientos.
Luego manifestó su desaprobación con un simple gesto de cabeza.
Y ante el enorme cucaracherío congregado para presenciar su muerte
(con basura imperial habían levantado un muro y las ratas más grandes lucían
sobre el enorme basural)
ordenó a la cuca que partiera.
La cucaracha se pone en marcha. Es fuerte e incansable
y se abre paso adelantando, ya una cucaracha, ya otra
a través del cucaracherío.
Cuando tropieza con un libro le prende fuego con sol en nombre de la literatura
imperial.
Nadie pudo avanzar tan fácil como ella entre la basura indígena indigesta.
Pero el cucaracherío es muy grande y ocupa un espacio infinito.
Si tuviera la página en blanco, haría de tus manos un vuelo
y pronto echarías insecticida en la puerta del baño.
En cambio, sus esfuerzos apestan:
aún sigue abriéndose paso a través del basurero central.
No terminará nunca de atravesarlos y aunque terminara,
no habría adelantado demasiado porque tendría
que luchar a muerte para empujar a otras cucarachas
por la escalinata y aun cuando lo lograra,
no significaría nada más que menos cucarachas,
porque aún debería cruzar las usinas y después los vertederos
y luego las aguas hervidas que rodean al basural principal
y después otros asentamientos que hierven, y basurales
y nuevamente otra usina,
y por más que ande continuaría avanzando
por miles de teras de años y cuando por fin se extraviara
de la puerta de la última usina (lo que no alcanzo a divisar si es posible)
todavía faltaría atravesar el capital:
el centro del basural donde los residuos se multiplican y venden portentosos.
No, nada podrá cruzar el capital y menos llevando
el mensaje de Kafka, un muerto.
Y sin embargo, sentado al caer la noche
junto al camión de la basura en tu ventana
insistes con envenenar a la cucaracha para que no se acerque.
Y esperas.
MB