19 Ene 2016
Nací en Tacuarembó en 1958, vine a Montevideo en 1975 y sigo por acá, por lo pronto, hasta ahora. Pinto, dibujo, escribo desde un ser que no nació ni fue ni vino, algo del alma sin señas, un ser colectivo con compulsión expresiva que busca sin mucha suerte, comunicar con algo que estando presente, no se puede constatar científicamente.
Los del arte son seres condenados a vida, aunque toman contacto con las miserias existenciales que podrían no estar y su trabajo, en general, trata de eso, de una permanente confrontación con lo invisible (aún en lo visible), un enterarse a cada rato de aspectos del montaje que la cultura va construyendo como Natural, un protestar que insiste aunque parezca no estar, en fin, una existencia en conflicto que apuesta a solucionar aspectos clave para construir sociedades sin depredadores; además –claro- de generar el perfume de lo creado, que no sirve para nada, excepto para disfrutar y halagar los sentidos. Se dice cada tanto que el arte ha muerto, que la poesía ha muerto, que la imaginación ha muerto. Y es que en la cultura dominante que se va armando día a día, eso ocurre: se amontonan todos esos muertos y se los prende fuego en cada shopping, con cada nuevo artículo de consumo, con cada mentira que busca sustituir a la fábula. Pero en el ultramundo, los artistas son zombis que regresan a diario y seguirán regresando cuando ya la dictadura del consumo acabe y no tenga ningún poema, ningún dibujito a su favor, ningún fotorreportaje, simplemente porque no hay belleza ni verdad en la hipnosis consumista. Hay que reprogramar mentes y almas, y para eso el arte tiene llaves maestras.
JTG
Joaquín Torres García en un bote
en el río
mide el radio de un pez
diseña el anzuelo áurico adecuado
busca carnadas en su pecho
desplazando planos
por la proporción
ve su reflejo en el agua
encuentra una imagen depravada
carroñera
salida de un portal de Soutine
de paleta sucia con
rastros villanos de
pueblos torcidos
jardines en las cabezas de obreros
donde crecen flores mutiladas por aguijones
que podrían ser
la guerra o
el sexo
un vómito de ogro infantil
pintado desde la vulva de Marie Laurencin
Cenizas de un cigarro
apagado
caen de la comisura a los pies
al pisarlas borronearán el plano
símbolo de un inconsciente dinámico
dador de peces a los cauces
Agotada el agua de Puvis de Chavannes
hubo que tirar de una cisterna
poner de acuerdo algo con
otro algo
como quien va de la geometría
a la naturaleza
del patio de recreo
a la celda de clases
del trío de Rafael
al cuarteto de Cecily Brown
Esta tarde no hay pesca
Joaquín
acaso porque es de noche
y la caña apunta hacia arriba
ensartando alguna estrella salida de
la boca de un Papa de Bacon
desaconsejada faena para un universo inverso
que sin embargo te provoca ganas de reír
en claroscuros de verde
crear croar creer
llevarle a Manuelita un astro entero
para la cena