Luego del original “Interactive Music Dome” en 2013, Emil Montgomery regresa con una nueva propuesta: “Quantum”. Este espectáculo se presenta el miércoles 11 de febrero en el Auditorio Nacional del Sodre, y es el contexto escogido por el músico y productor para develar sus primeras composiciones inéditas desde la edición del disco “Nómada” en 2007.
Y en la nota que nos concede, nos adelanta que el repertorio también incluye una nueva versión de la exitosa “Space Is A Dream” (o “La Candonmarcha”). El primer hit de la música electrónica uruguaya será actualizado de la mano de los DJs Fernando Picón y Ariel Perazzoli, en un evento donde la propuesta es sorprender al público con cambios permanentes de estilos y climas en un mismo escenario.
En una entrevista reciente mencionabas que lo que hacés siempre fue visto como “raro” o “inusual”, y que ya desde el comienzo te costaba encontrar un nicho. Creo que es cierto, pero a su vez pienso en la convocatoria inédita que has conocido, alcanzando el record histórico en Uruguay con 300.000 espectadores en 1995… y me pregunto si realmente es tan raro lo que hacés.
Sí, hay como una dicotomía en eso…. quizá la palabra “raro” está usada con cierta ironía, porque como vos decís los resultados en la convocatoria reflejan que no es tan raro, sino que la gente lo entiende, y que lo necesita. Y que le gusta.
Quizá “extraño” sea una palabra más acertada, porque en el Uruguay de los años ochenta y pico no existía esta clase de proyecto. Todo era rock, había algunos proyectos que utilizaban algunas secuencias como Neoh 23, y también eran “extraños” o “raros”… Y eso tiene una ventaja, y una desventaja. La ventaja es que contrasta más rápidamente con lo que ya existe, y si la propuesta da en el clavo puede obtener una empatía mayor por parte del público, puede posicionarse en un nicho que estaba falto. Pero por el otro lado, tenés que hacer todo un trabajo de posicionamiento, porque culturalmente no es lo más entendido. Si vos decís “rock”, enseguida se entiende. También “pop”. Pero este tipo de estilo siempre necesita de más descripciones.
Y entonces, uno se enfrenta al gran problema de tratar de describir la música empleando palabras.
Sí, esa es otra cuestión. Yo no creo mucho en las definiciones, las definiciones son una necesidad de nuestra mente. Cuando nos definimos nos estamos limitando a un pensamiento. Somos seres estructurados que necesitamos tener las cosas bien definidas para sentirnos seguros dentro de un terreno, para poder entender algo. Y al hacerlo, no le damos espacio para poder entenderlo desde otros lugares. Y creo que justamente funciona distinto, no se trata de entenderlo a través de una definición, sino de vivir una experiencia.
Siempre creo que cuando definís o predefinís una experiencia te estás perdiendo la posibilidad de disfrutarla plenamente, porque ya tenés un preconcepto. Tu mente va a encasillar esa experiencia, vas a decir “va a ser así, va a ser asá, y voy a sentir esto, y aquello”. Y ya te programaste, y vas a perder la espontaneidad. Así que no soy muy creyente de las definiciones.
¿Cómo podríamos aproximarnos, entonces, a este nuevo evento?
Como algo muy distinto. Esta propuesta se basa en lo ecléctico. Como vos decís, yo soy un artista muy conceptual. Y siempre cuando me siento a crear algo, veo hacia donde lo apunto. Busco el entorno, la propuesta. Y en este caso, rompí esa regla. Me dije a mí mismo, “¿Por qué no abrir la canilla y dejar fluir todo lo que venga? Y que salga como salga”. Esa es la propuesta: que no haya reglas, que lo creativo sea lo importante. Y la apuesta fue hacia la belleza.
Y volviendo un poco a lo que te decía de los rótulos, creo que la belleza es una manifestación de muchas cosas. Creo que es lo que intenta expresar el arte: la búsqueda de la belleza. Esa es una parte importante del arte. No sé si es toda la búsqueda, pero sí es una parte fundamental. Y creo que ahí se hace licito cualquier cosa que hagamos que refleje belleza, más en estos tiempos que corren que la contemplación de la belleza está como en extinción.
Y dije “OK, si me sale ópera me sale ópera. Si me sale electrónica, me sale electrónica. Si me sale étnica, me sale étnica. Si me sale cósmica, me sale cósmica”. Entonces, empecé a vivir esa catarsis, y dejar salir. Y finalmente derivó en este show, donde se transitan diversos estilos: la electrónica, lo étnico, lo ambient, la ópera… pero en todo soy yo. Han sido estilos y estéticas que me han influenciado y con las cuales me identifico, y las hago convivir a todas en el mismo show. Es un concierto que se va transformando.
Me parece que el artista lo que hace es buscar la belleza, entendida como un equilibrio entre el contenido y la forma. Y en tu obra, lo que noto siempre es una belleza estética que apunta a activar valores en el plano ético. ¿Es atinado verlo así?
La belleza siempre despierta lo ético. Está implícito. La belleza nos hace acordar qué es lo importante, qué somos capaces de hacer y qué podemos disfrutar. Incluso si se trata de algo que no creamos nosotros, como un atardecer, o la naturaleza que nos lleva a la humildad (ese es uno de los valores éticos)… o crear algo como seres, el hecho de ver que podemos construir algo hermoso también conlleva lo ético. Porque nos hace reformular y replantearnos dónde y cómo y en qué estamos invirtiendo nuestro tiempo y energía. Nos contrapone. Entonces creo que está implícito, dedicarse a crear las cosas más lindas que te resulta posible ya conlleva automáticamente una serie de valores éticos. Porque frente a eso, se cae todo. Cuando vemos una obra que es absolutamente hermosa, nos quedamos desnudos. No hay ego, no hay poder ni corrupción. Lo hermoso está limpio de todo eso. Y el arte es uno de los caminos que llevan a experimentar todo eso, tanto para el que lo crea como para el que lo contempla.
¿Se define así el triunfo en el arte? ¿Activar eso en el otro, para que se proponga hacer algo con su existencia?
Sí, mi intención al compartir todo esto es que la gente sienta cosas hermosas en un concierto, y que se inspire para hacer cosas hermosas luego. Esa inspiración es una cuota de energía para emplear en algo que consideren positivo. No pasa simplemente por hacer lo mismo.
Para mí los conciertos son eso, una posibilidad de recibir una energía determinada. Hay un ida y vuelta, pero también hay un embolse. Hay una energía que se genera entre todos, y eso es una bola de nieve que va creciendo y va creciendo y surge un estado general. Y eso influye en ese momento en el público. La gente puede elegir luego que hacer, por supuesto.
Nos pasa cuando vemos una película hermosa que nos hace reflexionar. Y después decidimos en qué medida nos puede influenciar. Todos hemos sido influenciados por elementos externos que nos inspiran, y algunos son más fuertes que otros. Y yo espero que lo hago llegue al alma de la gente, y active cosas lindas.
Claramente crees que el mundo cambia con nuestros ejemplos, no con nuestras palabras. ¿Te ocurre a veces que sentís una “obligación” de hacer cosas?
Hablar hablamos todos, ni siquiera nos fijamos en las palabras que usamos. Derrochamos palabras, derrochamos voz. Hacer es importante. Y para hacer, tenemos que hacer desde el centro, desde quienes somos. Y creo que eso le da el sentido a todo.
Para mí, la función del arte no es el entretenimiento. La función principal del arte no es entretener, ni evadir. Es lograr activar eso en la gente, que es muy difícil activarse a través de otros medios. Incluso la gente no lo puede activar por sí sola muchas veces. Pero alguien escucha buena música, va a un buen concierto, lee un buen libro… y eso inspira.
Y también hay arte que desanima, lamentablemente. Hay arte que apunta a la parte desanimada de la cuestión.
Igual hay que tener cuidado de no caer en conservadurismos, todo va cambiando y es importante que haya una buena relación empática con lo que se va desarrollando socioculturalmente, y saber distinguir muy bien lo que uno esté de acuerdo o no con lo que es bueno y malo para la gente. Quizá yo no esté de acuerdo con un estilo particular de música, y estamos en un momento que se pase más otra música. Hay que entender que es parte del cambio, de la libertad de la elección de las cosas. Pero también es cierto que hay una parte que es manejada por intereses económicos que no tienen nada que ver con el arte.
En el fondo, el hecho artístico en sí es incorruptible. Es como el gesto de entrega más puro, ¿no?
De entrega, y de búsqueda. El artista tampoco es un servidor público. A veces pasa eso, la gente exige y exige. Pero el artista no es un funcionario público, es una persona que está buscándose a sí misma en lo que hace. Está disfrutando de lo que hace, y lo comparte.
Pero también estoy de acuerdo que estamos muy expuestos a la corrupción en el arte, como en todos los oficios. Porque para todos hay una trampita.
Por ejemplo, supongo que para aquellas personas que valoran más el dinero, la corrupción va a venir por el lado de la coima. Para los que ambicionan poder, va a venir por el estilo de vida.
Ahora, el artista por lo general es una persona que no ambiciona ese tipo de cosas. Pero la trampita para el artista es el ego. El aplauso, el reconocimiento… la cosa de sentirse especial, porque está encima de un escenario. Y muchos dicen “yo soy un artista, no soy materialista, yo estoy dedicado a lo que siento”. Y puede ser verdad. Pero hay muchos casos que se corrompieron por culpa del ego. Buscan la fama, buscan ser. Buscan estar. Y es una corrupción tan fuerte como cualquier otra, y te desvía de un trabajo fiel, de estar realmente conectado con lo que sos, y te lleva a trabajar con la conveniencia de a dónde va el mercado.
Creo que el artista que tiene una carrera larga se ve artista cuando sigue haciendo lo que siente, aún cuando el mercado va para otro lado. Está bien adecuarse un poco a las situaciones, pero cuando uno cambia tanto y hace lo que está de moda una y otra vez, no sé si creerle tanto. Es como los políticos, y como la gente en general, los juzgamos por su congruencia con sus ideales. Decimos que un político es un vendido cuando defendía tal cosa, y después hace otra. Lo tildamos de veleta. Con los artistas pasa lo mismo cuando hacen una cosa, y después otra porque vende más. Me parece que eso es manosear el arte.
¿Es eso un signo de los tiempos actuales, en los cuales todo es efímero? ¿O es un problema que ya se manifestaba desde antes?
Solo en nuestro ego pretendemos que las cosas no sean efímeras. Parte de nuestra madurez emocional es entendernos en ese lugar. De ahí surge la necesidad de poder, para que las cosas no sean efímeras. Sino, ¿para qué necesitarías poder? Para mantenerte en eso. Nos lleva más recursos , tiempo y energía mantener lo que logramos que lograrlo. Y es ridículo, porque nos apegamos a esa lucha. Y ahí es cuando nos desconectamos, porque no continuamos fluyendo. Porque no continuamos viviendo, cortamos el vínculo con el día a día, con lo que sentimos hoy. La gente se va transformado en miedo, ·»no puedo perder esto que logre porque me costó mucho tenerlo». Y construye su fuerte, y en ese ínterin me olvido de qué estaba haciendo, porque lo estaba haciendo y que era lo que motivaba. Y me desconecto, y me desconozco. Yo creo que es muy válido vivir en esa “efimeridad”, me parece que es un buen ejercicio. Yo le llamo desapego.
Jung decía que solo hay que “dejar fluir” cuando nos conocemos a nosotros mismo, de lo contrario es imposible prosperar y desarrollarse.
Yo siempre digo que todos somos artistas. la manifestación que surge es diferente. Uno puede ser contador, puede ser médico, abogado… no deja de ser una práctica de arte lo que está haciendo. Porque está creando algo con su tiempo y energía. Todos somos artistas y artesanos, todos creamos productos diferentes. Y me parece que en la medida que uno esté bien conectado y decida bien cómo aplicar su tiempo y energía, está decidiendo constantemente qué crea en su vida y alrededor, en vez de ponerse en un rol de víctima.
No podemos decidir qué es lo que nos toca, pero podemos decidir qué haremos con los que nos toca. Yo no puedo decidir si voy por la calle y me cae una piedra y me rompe un pie, pero puedo decidir cómo sobrellevo esa situación. Si la tomo mal o bien, si me quedo con el pie enyesado un mes y aprovecho a leer un libro que hace tiempo quería leer, o si me quedo con el pie un mes para arriba maldiciendo porque soy un desgraciado. En el hecho no está implícito el sentimiento, eso depende de la gente.
Así que volviendo a lo de hoy, todos somos artistas, todos podemos decidir qué creamos a cada minuto. Si sembramos cosas buenas con lo que hacemos o no. Y ahí tiene que ver lo corrupto y lo artístico de lo que hablábamos recién.
Ese era el espíritu de tu último espectáculo, en noviembre de 2013 en el Planetario de Montevideo: “Interactive Music Dome”. ¿De qué maneras “Quantum” es una continuación de aquella serie de eventos interactivos, donde el público y el artista podían crear juntos?
Esto es distinto, la gente no va a interactuar como interactuó en ese concierto sino que se invita al público a contemplar y experimentar eso tan ecléctico que te decía. Que en el fondo tiene también un mensaje ético, y es el de no encasillar. El arte es arte, lo hermoso es hermoso y punto. Con esto no vanaglorio que lo que hago es hermoso; yo pienso que sí. Pero acá lo que la gente va a experimentar es un show que combina varias estéticas, la misma escena va cambiando.
¿Qué nos podrías adelantar? ¿Cómo se va a desarrollar el concierto?
Hay un bloque con instrumentos étnicos, uno con música lírica, otro más ambient o new age… todo eso se va fusionando, y se va desarrollando. Y la escena se va transformando cuando la música transita los diversos estilos.
En el concierto participan una serie de artistas invitados, y todos ellos son notables dentro de su ámbito: David Montenegro, Sergio Tulbovitz, Sandra Scorza, Virginia Aldado… y además participan Eugenia Muniz y Najla Murad, porque también va a haber performances
Va a haber una sorpresa importante, en la que estamos trabajando con Picón y Perazzoli. Es un proyecto que fuimos desarrollando, y se para sobre un tema electrónico que hice hace más de dos décadas: “Space Is A Dream”. Fue el primer hit de música electrónica en Uruguay. Después de dos décadas, nos pareció interesante meternos en el tema y hacer una versión extendida. Va a ser una intervención importante dentro de ese tema, y va a transitar por diversas estéticas electrónicas.
¿Podemos pensar en este concierto como el preludio de un nuevo disco?
Puede ser. Por ahora, la gente va a escuchar todos temas nuevos. No sé si esto lo voy a editar en formato disco, porque lleva un trabajo mucho más arduo de masterización y mezcla. Pero se verá en el correr del año. Es como una avant-premiere, surge del deseo de compartir lo que he estado creando. Es algo que me vienen pidiendo desde hace tiempo.
Como siempre, mi intención es invitar a toda la gente a esta experiencia que quiero compartir. Es algo nuevo, y muy diferente. Es un show completo que te impacta en todos los sentidos. No es solo la música, es el viaje que te ofrece a través de lo visual y la puesta en escena. Creo que si quieren vivir una experiencia emocional intensa, esta es una buena oportunidad.
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